El Ejercito de EE UU impone duras reglas para evitar el acoso sexual
Los varones deben abstenerse de sonreír a sus compañeras
A punto de cumplirse un cuarto de siglo de la integración de las mujeres en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, el descubrimiento de una serie de casos de abusos sexuales ha puesto sobre el tapete los problemas derivados de la cohabitación de los sexos en los cuarteles. Al tiempo que investigan esos casos y anuncian severas penas, las autoridades militares recuerdan que el mejor modo de evitar complicaciones es, en el caso de los varones, abstenerse incluso de sonreír a sus compañeras. Ellas deben ir acompañadas de carabinas.
El escándalo comenzó la pasada semana, cuando se supo que en el centro de instrucción de Aberdeen, en Maryland, habían sido puestos a disposición de un consejo de guerra un capitán y dos sargentos acusados de violar y sodomizar a una docena larga de mujeres reclutas. En ese mismo lugar, otra veintena de oficiales y suboficiales son objeto de una investigación oficial por acusaciones que van desde "ligar" a reclutas hasta violarlas explotando su superioridad en la escala de mando. Siendo el adulterio un delito en el código militar norteamericano, los casados también deberán responder por ello.El caso Aberdeen, donde son mujeres el 20% de los 11.000 reclutas entrenados cada año, ha sido calificado de trágico por el general John Shalikashvili, jefe del Estado Mayor del Ejército norteamericano. Pero lo peor es que, como están descubriendo las autoridades militares, constituye la punta del iceberg de un fenómeno extendido por otros centros de instrucción y acuartelamientos. El teléfono gratuito de denuncias creado por el Estado Mayor a raíz del caso Aberdeen ha recibido unas 2.000 llamadas de mujeres reclutas, lo que ha provocado la apertura de unas 150 investigaciones.
Puertas abiertas
El martes, tres oficiales del centro de entrenamiento de Fort Leonard, en Missouri, fueron inculpados ante un tribunal militar por abusos sexuales y uno de ellos ha sido condenado a cinco meses de prisión militar y su expulsión del ejército. [El miércoles, fueron sancionados cinco sargentos del cuartel de Fort Sam Houston por permitir besos en una fiesta].En 1973 el Ejército norteamericano decidió la integración en sus filas de las mujeres. Un primer gran escándalo de acoso sexual se produjo en septiembre de 1991, cuando una mujer soldado denunció que varias decenas de pilotos de la Armada y los marines se habían dedicado a molestar a mujeres militares y civiles en el transcurso de una reunión, en un hotel de Las Vegas. Lawrence Garret III, secretario de la Armada, tuvo que dimitir.
De los 1.478.000 miembros de las Fuerzas Armadas, 196.000 son mujeres, incluidas 31.000 oficiales.
Reglas complicadas rigen las relaciones entre los dos sexos en los cuarteles. Por supuesto, cualquier variante del acoso sexual está severamente penada, pero, para evitar la tentación, la sospecha y la falsa acusación, está expresamente prohibido dar muestras de afectividad hacia un camarada de armas del otro sexo cuando se viste uniforme, cerrar la puerta en cualquier lugar del acuartelamiento cuando se está con una persona del otro sexo y divertirse fuera del acuertelamiento con un subordinado del otro sexo. Los barracones de hombres y mujeres están netamente separados y vigilados.
Las mujeres deben ir siempre en pareja, acompañadas por su battle buddy o carabina, y muy en particular cuando entren en el despacho de un superior. Este debe mantener la puerta abierta.
Aunque todavía no es normativo, las autoridades recomiendan a los soldados varones que ni tan siquiera sonrían a sus camaradas de otro sexo. Ahora bien, como ha escrito la comentarista Susan Estrich en The Washington Post, "Ia realidad es que los hombres coquetean con las mujeres y las mujeres coquetean con los hombres, y cuanto más aislados están unos de otros, más deseos tienen de hacerlo".
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