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Teresa Berganza y José Luis Turina reciben los premios de Música

Andrés Fernández Rubio

La mezzosoprano Teresa Berganza, que hoy actúa en Madrid, se saltó ayer el silencio que se impone 24 horas antes de cada recital y dijo que espera que el Premio Nacional de Música no altere su voz "por la emoción". La legendaria cantante de Carmen fue galardonada en la modalidad de interpretación, mientras que entre los compositores resultó premiado José Luis Turina, de 44 años, nieto de Joaquín Turina y uno de los más reconocidos de su generación, con obras como Ocnos, Concierto para violín y orquesta y La raya en el agua.

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Dos artistas asombrosos

Teresa Berganza canta hoy en el Auditorio Nacional un programa dedicado a Falla -mañana sé cumple el 50º aniversario de la muerte del compositor- que incluye también obras de Montsalvatge, Nin y Tomás Marco. José Luis Turina destacó ayer el "trabajo fantástico en pro de la música española" que ha desarrollado la cantante madrileña, de quien admira "su capacidad artística indescriptible". "Una de las impresiones más fuertes de mi vida como oyente ha sido su interpretación de las Canciones negras de Montsalvatge". Los premios están dotados con 2,5 millones de pesetas.Turina, nacido en Madrid, no conoció a su abuelo y dice haber recibido su influencia "para bien y para mal", ya que a veces el apellido le ha supuesto "una gran losa". Considera que los compositores viven un momento de gran libertad. "Yo tiendo a la síntesis y me siento a gusto en varios caminos", afirma. Como ejemplo, en su Concierto para violín y orquesta, de 1987, Turina hace un recorrido "del caos al orden en distintas etapas del discurso musical, desde el lenguaje atonal y el ruido hasta el atonal pero sistematizado, luego de tipo modal y luego de tipo tonal". Esa reconstrucción ideal de la historia del lenguaje musical es posible por su falta de actitudes estéticas radicales. Desaparecida la línea única de la vanguardia, "se ha producido una eclosión" de compositores muy estimulante, en la que, como contrapartida negativa, "se cuela mucha música sin razón de ser". "Pero el paso del tiempo lo resolverá", asegura Turina, cuya suite en escenas La raya del agua sorprendió de nuevo por su extraordinaria inventiva y complejidad tras su estreno en Madrid el pasado septiembre.

"Puse en esta obra mucha ambición y un trabajo denso de cerca de dos años donde eché el resto de lo queso y capaz", afirma. En su opinión, la obra sintetiza muchas de sus aspiraciones, pues es autor del texto y en ella compone también expresamente para danza. Turina dice que llegó a la composición bastante tarde, a los 18 años, y se deslumbró. Pero luego ha ido recuperando otros campos -como la escritura y la plástica- y por eso ahora le parece cercano su momento de madurez artística como para componer una ópera.

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