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El dueño de un bar de Madrid y su pareja degollados con un cuchillo por un cliente

Antonio Caballero Minguélez, de 42 años,y su compañera sentimental, Francisca Somohano Pérez, de 39, murieron ayer en el bar que regentaban en el número 7 de la calle de la Ruda, en pleno rastro madrileño, al ser degollados por un cliente del establecimiento tras una violenta discusión.La policía aún ignora si el doble crimen se desencadenó por un ajuste de cuentas, hipótesis que barajó en un primer momento. "Más bien parece que ha enloquecido tras una discusión trivial", indicó un portavoz policial.

El presunto autor de los homicidios, Alfredo Hernando Friere, de 29 años, y conocido en el barrio, fue detenido por la Policía Municipal poco después en la calle de Santa Ana, a tan sólo unos metros del bar, sin que ofreciera resistencia. A tenor del testimonio de los vecinos admitió, sin balbucear, que había segado la vida de dos personas: "Sí, he sido yo; sí, he sido yo", señaló. Luego se arrodilló en el sueló. Entre sus manos ensangrentadas todavía sujetaba el arma homicida, de 24 centímetros de longitud. "Dios mío, en que lío me he metido", sollozó Alfredo Hernando, ya esposado en la calle, mientras era conducido a un coche patrulla que le trasladó a la comisaría de Arganzuela.

Según algunos testigos, los hechos ocurrieron 'en torno a las cuatro y media de la tarde, cuando Alfredo Hernando, que conocía a las dos víctimas y se ganaba la vida montando y desmontando tenderetes en el Rastro, acudió al, bar y se enzarzó en una violenta discusión con Antonio Caballero, arrendatario del bar Santa Ana desde hace cinco años, y conocido familiarmente como Toni.

El acusado era "intimo amigo" de una de sus víctimas

Después de esa primera disputa, el presunto homicida acudió al domicilio familiar (en la calle de Ribera de Curtidores). Ya en su casa, en la que vivía con su madre, comentó: "Se han peleado en el bar de Ton¡ y le he defendido", contó Alfredo a su madre.Alfredo, algo bebido pero no ebrio, según fuentes policiales, salió de casa y acudió de nuevo al bar, que estaba a punto de Cerrarse. Sólo se hallaban en él Toni, el dueño del bar, y su novia. Se desató una nueva riña. La policía ignoraba ayer el motivo.

Según la reconstrucción policial de los hechos, Alfredo cogió un cuchillo jamonero y se lo clavó a Toni en el corazón y en el cuello. Luego se abalanzó sobre la novia y le asestó otros dos navajazos. Un hombre que pasaba al lado del bar vio el final de la terrible escena: "He visto como le decía, 'no te pases que a ti también te mató". Una vecina de la calle de Ruda, donde se ubica el bar, oyó los gritos desde la calle. "Se están matando...", chillaba.

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El homicida salió del bar, aturdido, dejando a ambos cadáveres en el suelo, hacia la plaza de Cascorro. Luego volvió sobre sus pasos. Una patrulla de la Policía Local, se presentó en el local alertada por el revuelo vecinal. Los agentes le hallaron aún armado. Al ver la sirena, se derrumbó.

Alfredo no era violento, explicaron ayer sus vecinos: "Le ha tenido que dar un ataque de locura". "Mi hijo no ha podido ser", aseveró su madre, histérica. Alfredo y Antonio eran íntimos amigos: "Jugaban al futbolín juntos", confesó, llorando. "Era buena persona, pero a veces bebía y se ponía algo violento con algunos clientes. Ella era excelente y se dedicaba a sus labores", dijo un vecino.

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