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ELECCIONES EE UU 1996

El Partido Republicano intenta frenar el avance demócrata y conservar el control del Congreso

Al tiempo que los votos electorales para la presidencia de Estados Unidos se amontonaban del lado de Bill Clinton para darle la victoria definitiva, las cadenas de televisión norteamericanas anticipaban también importantes avances del Partido Demócrata en una posible recuperación de la mayoría en el Senado. Cuatro importantes escaños, en Nueva Jersey, Michigan, New Hampshire y Massachusetts, se asignaron a candidatos del partido de Clinton, mientras que en la Cámara de Representantes las proyecciones todavía eran demasiado vagas a las cuatro de esta madrugada.

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La carrera por el Congreso de EE UU ha resultado apretadísima en las encuestas, y aunque algunas daban un ligero margen al Partido Demócrata, está dentro de lo posible que el electorado optara por equilibrar el reparto de poder renovando la mayoría republicana en las dos Cámaras.Esta posibilidad de gobierno dividido se reducía ligeramente con la temprana victoria (no oficial, sino basada en encuestas a la salida de los colegios electorales) de los candidatos al Senado John Kerry (Massachusetts); Robert Torricelli (Nueva Jersey); Bob Smith (New Hampshire) y Carl Levin (Michigan). Todos pertenecen al Partido Demócrata y encarnan, de un modo u otro, la respuesta moderada al extremismo de la revolución republicana.

El duelo entre Torricelli y su oponente, Dick Zimmer, había elevado a nuevas cotas la utilización de la palabra "liberal" como insulto en la arena política de EE UU, pero parece que al menos en este caso el electorado no ha seguido el juego a los republicanos. Para recuperar la mayoría en el Senado, los demócratas necesitaban una ganancia neta de tres escaños. Al margen de los avances demócratas mencionados, la composición del Senado se mantenía prácticamente inalterada, es decir, favorable a los republicanos. Este partido se aseguraba ya escaños por Carolina del Norte y Texas (Jesse Helms y Phil Gramm, respectivamente), Alabama, Virginia y Kansas.

Para recuperar la Cámara de Representantes, los demócratas necesitan ganar 18 escaños. Se estimaba que esta carrera no quedaría decidida hasta bien entrada la noche, una vez cerraran los colegios electorales en California y Washington. Los candidatos del Partido Republicano han invertido mucho más dinero en la campaña por el Congreso que los demócratas, y no ha habido un gran tema electoral en disputa como en 1994, cuando la revolución conservadora puso de moda el discurso contra la burocracia de Washington.

En EE UU existe un equilibrio difícil de romper entre quienes desean que el presidente y el Congreso sean del mismo partido, para facilitar la fluidez en el trabajo de la Administración; y quienes creen en la división para garantizar el sistema de controles del poder. En dos de los cuatro años de su mandato, Clinton ha gobernado con un Congreso del partido contrario.

A medida que el presidente ha adoptado posiciones más centristas y comprometidas, el electorado también ha empezado a desconfiar del excesivo celo con que los republicanos interpretaron su victoria en las legislativas de 1994. Pero los votantes tampoco quieren dar a Clinton un cheque en blanco.

En los últimos treinta años, los votantes se han inclinado por lo que llaman un "gobierno dividido" (que la Casa Blanca y el Congreso sean de signo contrario). En 22 de los últimos 28 años, al menos una de las dos cámaras del Congreso ha tenido mayoría del partido contrario al presidente.

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