Hasta Barajas
Jaime Braschi, que acude todos los días a su trabajo en la Castellana montado en bicicleta, es capaz de ir desde Aravaca, donde está su casa, hasta el aeropuerto, subido a un sillín. Y es capaz porque lo ha hecho ya varias veces por cuestión de negocios. Este ejecutivo sostiene que lo único que se tiene que tener en cuenta es el tiempo disponible. Una vez en el aeropuerto, aparca su vehículo y coge el puente aéreo. El ejecutivo da la receta: "Mi secreto es ir siempre por parques y aceras poco frecuentadas. Hasta el aeropuerto voy así: desde Aravaca a la Casa de Campo, de ahí, paralelo al puente de los Franceses, por la acera; después, por el parque de la Bombilla, por el del Oeste y la plaza de España (por la acera del subterráneo); de ahí, hasta la plaza de Oriente, la calle Mayor, la calle de Huertas, el paseo del Prado y Atocha; de ahí, hasta el Retiro; por Sainz de Baranda, hasta el parque de la Fuente del Berro y Ventas; de ahí, por el lado de los peatones de la avenida de América hasta Alfonso XIII. Unas callejuelas me plantan en Arturo Soria y de ahí voy al parque de Juan Carlos I, desde donde un descampado me pone en el pueblo de Barajas: a un paso del aeropuerto". Una hora y media. Más tiempo del que emplea el avión en llegar a Barcelona. Pero eso no importa.
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