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EL TRÁFICO MÁS LIMPIO

Un peligroso cuello de botella

Antonio Jiménez Barca

Para acceder montado en bicicleta a la Casa de Campo (que no en coche), los madrileños que vivan en la margen izquierda del Manzanares, es decir, casi todos, tienen dos opciones: o utilizar sendos pasos de peatones que salvan por el aire la M-30 desde la colonia del Manzanares o dirigirse, por la Cuesta de San Vicente, a un auténtico y peligroso cuello de botella para los amantes de las dos ruedas.Los ciclistas deberán ahí dejar la calle y subirse a la acera, cosa que está prohibida por el Código de la Circulación. De otra manera, esto es, si siguen en la calle, acabarán rodando en medio de una autopista, ya que un bordillo impide el desvío hacia el parque. Es frecuente ver los sábados y los domingos ciclistas novatos que no caen en la cuenta y terminan pedaleando en el arcén, con coches a 100 por hora a su izquierda, y sin poder entrar en la Casa de Campo.

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Así que la única solución es incomodar a los peatones, hacer de tripas corazón y encaramarse a la acera. No acaban aquí los peligros: el recorrido de la acera pasa por un esquinazo incómodo, poblado por una farola y una alcantarilla mal cerrada que parece colocada aposta para que encallen ahí las ruedas de la bicicleta, con gran riesgo de que el ciclista dé posteriormente con sus huesos en tierra.

En resumen: para entrar en un parque que mide 14 veces lo que El Retiro la mayoría de los aficionados a la bicicleta tienen que pasar, previamente, por un metro escaso de acera mal preparada.

Hay otros accesos más cómodos y recomendables, como el de la calle de Valmojado, pero están situados ya en la otra margen del Manzanares, más alejados del centro de la ciudad. Hace un año, se celebró en la Casa de Campo un debate sobre el futuro e la bicicleta en Madrid. Allí acudieron representantes del Ayuntamiento, urbanistas comprometidos con las dos ruedas y ciclistas que se jugaron el tipo a la hora de llegar montados sobre el sillín, ya que no utilizaron la acera de la farola y prefirieron seguir con la calle. Consiguieron, tras varias penalidades, dejar atrás la autopista y acceder al parque.

El representante del Ayuntamiento, Sebastián de la Rica, director de los servicios de circulación, prometió, a la vista de las quejas, que el carril-bici del Pasillo Verde, que actualmente enlaza el barrio de Delicias con la calle de Segovia, llegaría hasta la la Casa de Campo.

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"Ese acceso de la Casa de Campo se arreglará", dijo entonces De la Rica. De eso hace un año, y todo sigue exactamente igual.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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