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Solti: "Nunca me he dormido en los laureles"

El legendario director actúa en Madrid al frente de la Filarmónica de Londres

Andrés Fernández Rubio

"Nunca me he dormido en los laureles" proclama Georg Solti para explicar la fuerza que ha propulsado su carrera. "La vanidad es un factor muy importante en la vida de los artistas. No renuncio a ella, pero yo no he dejado de trabajar, y ahora trabajo más que nunca". Así explica el director de 84 años, una de las leyendas vivas de la dirección orquestal, la intensidad de su vejez. "Amo mi profesión y la vida, y es suficiente" asegura Solti, que anoche, dirigió en Madrid a la Filarmónica de Londres con un programa Brahms-Beethoven y las entradas agotadas desde el. primer día.

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Solti se reunió por la mañana con músicos y aficionados en la Residencia de Estudiantes, y desde el comienzo demostró una vitalidad muy estimulante. Para empezar, y ante la interminable pregunta de un asistente, contó el chiste de un chino que con largas frases explica cómo se dice en su idioma árbol, mientras que, a continuación, utiliza una sola palabra para decir bosque.Solti pidió al público bosques, no, árboles: preguntas cortas para respuestas en las que dejar caer su sabiduría de decenios: 250 discos (40 óperas); 31 premios Grammy; ayudante de Toscanini en 19361937; 22 años como titular de la Sinfónica de Chicago; judío húngaro huido de los nazis; nacionalizado británico y militante antifascista...

"Creo que la joven generación en Alemania está completamente ínmunizada, pese a movimientos aislados", afirma respecto a los rebrotes totalitarios en Europa. "Pero sí me preocupa", añade refiriéndose a las posiciones antieuropeas del partido de Joerg Haider, "el horrible fascismo en Austria, y ese posible referéndum para dejar la UE. Yo le digo a quien me quiera oír: 'No sean idiotas, no vacilen, no dejen la Unión Europea, no abandonen jamás esa idea maravillosa".

Alfonso Aijón, organizador del ciclo Ibermúsica, se quejaba ayer de las dificultades para contratar a Solti en 1998, dada la acumulación en la agenda del director. No sólo conciertos, sino también grabaciones discográficas componen el ajetreo de Solti. Especialista en Wagner, Strauss o Maliler, fue el primero en grabar completa en estudio la saga wagneriana de El anillo del Nibelungo, en 1971. "He coqueteado mucho con la idea de repetir el ciclo", dice, " pero he decidido que no puedo hacerlo en la actualidad por una razón de voces, necesitaría tres (para los personajes de Wotan, Brünnhilde y Siegfried), como las que yo he tenido [Georg London y Hans Hotter; Birgit Nilsson, y Wolfgang Windgassen, respectivamente].Hoy no existen, y esto no quiere decir que voces así no vayan a aparecer en el futuro. Como consolación, he vuelto a grabar recientemente Los maestros cantores de Nürenberg, y la versión que he hecho es completamente diferente a la anterior".

Solti se extiende sobre una de sus grandes pasiones, Richard Strauss, y considera que la unión artística del compositor alemán con el poeta y libretista austriaco Hugo von Hofmannsthal "fue única en la historia". "No todos saben lo que ocurrió con la muerte de Hofmannsthal", relata. el director. "Un hijo suyo se suicidó y durante el funeral Hofmannsthal sufrió un ataque y murió. Al día siguiente, Richard Strauss le envió una carta a la viuda en la que decía: 'No sólo he perdido un amigo; he perdido la vida".

Un nivel increíble

Solti ha recogido en disco 15'alomé, ópera por la que dice sentir especial predilección, y cinco obras en las que Hofmannsthal actuó como libretista: Elektra, El caballero de la rosa, Ariadna en Naxos, La mujer sin sombra y Arabella. Otras, como Capricho y Daphne, no las ha grabado y le parecen "interesantes pero no a ese nivel increíble en el que se unen la música y los libretos de Hofmannsthal".Aunque la interpretación de las óperas de Strauss le parece de gran, complejidad, Solti señala como "la más difícil de todas las obras" el Moisés y Aarón de Schoenberg. Utiliza una palabra para Strauss: equilibrio. "Eso es lo difícil, porque muchas veces sus óperas están sobreorquestadas y se necesita ese equilibrio para que los cantantes mantengan la preeminencia, en ocasiones, sobre la orquesta".

Georg Solti cita la Carmen de Bizet como una de sus cinco óperas favoritas, pero cuando se le pregunta sobre las otras cuatro responde: "Cinco son quince". Eso sí, Don Giovanni y El caballero de la rosa figuran en la lista de Solti como "obras maestras de un cromatismo extraordinario".

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