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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Emísario europeo

LA DESIGNACIÓN de un emisario de la UE en Oriente Próximo confirma que los europeos no renuncian a estar presentes en un proceso de negociación que afecta a sus intereses. Es la lógica consecuencia del viaje de Chirac a la zona. Que esta misión recaiga sobre un profesional español de prestigio, Miguel Ángel Morantinos, refleja que en este, caso los esfuerzos invertidos por España en los últimos años reportan dividendos políticos.Moratinos entra -o cambia de papel, pues ayer era embajador de España en Israel- en este complejo escenario de Oriente Próximo cuando sale de la zona el mediador, estadounidense, Dennis Ross, sin que de momento se atisbe ningún éxito. Moscú intenta también, al mismo tiempo tener una presencia política en la región a través de su enviado Yevgueni Primakov. Europa no podía quedar al margen, e indica así su voluntad de influir en el proceso de paz, si lo que está ocurriendo aún merece tal nombre.

No obstante, el de Moratinos no será no será un papel de mediador al estilo de los de David Owen o Carl Bildt en Bosnia. Para empezar, Israel no lo acepta. Su labor será más bien la de escuchar, ínformar al Consejo de Ministros de la UE y preparar y lanzar ideas. El peso principal en la mediación lo seguirá llevando Estados Unidos. En estos momentos la negociación no parece dar frutos, ni siquiera para la retirada militar israelí de Hebrón. Habrá que esperar, probablemente hasta después de las elecciones estadounidenses del próximo martes, para ver si Washington consigue presionar de verdad y volver a poner el proceso en movimiento. Si llegara a fracasar, la labor de la UE y de Morantinos podría cobrar mayor relieve. No hay que olvidar, además, que el proceso de paz no es sólo un asunto bilateral entre palestinos e israelíes, o entre Siria e Israel, sino que tiene también importantes componentes multilaterales. En este marco tendrá lugar, en noviembre y en España, una conferencia para tratar problemas de medio ambiente en aquella región.

En este momento de la película el perfil de Miguel Ángel Moratinos parece más adecuado que el de hipóteticas alternativas de pesos pesados políticos como el ex presidente francés Valéry Giscard d'Estaing, que podrían haberse convertido en elefantes en una cacharrería. Moratinos, por su nacionalidad, puede hablar sin despertar suspicacias en ninguna de las dos partes, árabe o israelí. Es un trabajador infatigable, conocido por sus capacidades negociadoras en la Conferencia Euro-mediterránea de Barcelona hace ahora casi un año, y conoce perfectamente la zona, a la que ha dedicado su vida de diplomático. Que haya sido o no un puntal del PSOE en Exteriores resulta, a estos efectos, irrelevante, y así debió entenderlo el actual ministro, Abel Matutes, cuando lo propuso primero como embajador de España en Israel y ahora como embajador de la UE

El nombramiento de un enviado especial demuestra además que la UE como tal no ha perdido todos sus reflejos. Queda por ver en qué medida será compatible esta diplomacia común europea con la diplomacia particular de los Estados miembros.

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