Frómista
En Frómista, provincia de Palencia, etapa del Camino de Santiago, hay una de las iglesias románicas más secas y puras de España. La otra tarde quise verla. Quince madres de familia -algunas con sus maridos y niños en franca barricada- lo impidieron.-¿Me permiten?- No. La iglesia no se visita hasta que nos lo arreglen.- ¿Qué les tienen que arreglar?- Trasladan el colegio. A partir de ahora deberemos llevar los hijos afuera. Así se mueren los pueblos.Por supuesto, el primer impulso es chulear un poco, discutir y dar lecciones en voz alta. El camino otoñal hasta Frómista ha sido muy hermoso, pero largo. ¿Qué tengo yo que ver con los problemas escolares de los niños de Frómista? Yo soy un tipo que quiere ver una iglesia. Además, no me gusta esa protesta que toma rehenes. Está en la base de muchas acciones repugnantes. Ahora soy un rehén de las mamás de Frómista, enarbolado ante las barbas (figura) de la ministra Esperanza Aguirre. Echo un vistazo en tomo a mí y me doy cuenta rápidamente de que soy el único rehén. Ellos cuentan que esta mañana han venido autocares, gallean con que están haciendo mucho daño al poder, con que el poder está preocupado, explican que la iglesia es lo único que tienen y de ahí que la hayan convertido en trinchera. Pero todo lo que dicen suena frágil y remoto. La verdad es que llevan varios días en la puerta; que no son las trazas de la tensión desesperada, sino las del aburrimiento, lo que principalmente llevan en la cara. La verdad es. que alguien como yo sí aparece de vez en cuando: y que lo joden bien, vaya dicho en castizo. La verdad es que la autoridad se ha tomado con una sospechosa tranquilidad democrática su acto de fuerza.Me temo que pueden estarse en la puerta hasta la próxima glaciación. O hasta el próximo románico. Tomar a la cultura como rehén... Qué ocurrencia.
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