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Maquiavelo impasible

Los principales políticos alemanes de la primera época de posguerra tenían un historial. Algunos se habían dejado arrastrar por los nazis, como K. G. Kiesinger; otros pertenecían a la oposición interna -como Adenatier- o a la valerosa oposición externa, como Willy Brandt. Herbert Wehner, como comunista y patriota, tuvo el destino más duro: marcado por ese pasado, se convirtió en un comprometido socialista democrático. Helmut Kohl fue desde su primera juventud un político en sentido abstracto y general. La política es la expresión de la voluntad de lograr y afianzar el poder, y Koffl se ha atenido a este objetivo desde el principio. El titular del poder iba a ser él, y en segundo lugar también el partido elegido por él, la CDU.Cuando el colegial Kohl vio una vez a Adenauer le pareció impresionante, pero "demasiado viejo". Kohl fue el más joven de los cancilleres, pero nunca fue juvenil. Correspondía a la imagen ideal del padre de familia pequeño burgués, rechoncho y satisfecho de sí mismo. A Kohl le gusta calificarse de "generalista", es decir, un político responsable de todas las áreas y que entiende algo de todas ellas, aunque sea poco. Esto encaja con su gran desconocimiento en el terreno económico, que llevó a la fatal oferta de cambio monetario a los ciudadanos de la ex RDA y dificultó la reconstrucción de Alemania del Este. La CIE)U / CSU siguió siendo el partido más fuerte y pudo formar con el FDP el primer Gobierno de la Alemania unida después de que se firmara -también con importantes errores técnicos- el tratado de reunificación entre ambos Estados. La decepción en los länder de la ex RDA, así como el sobre-endeudamiento de la Administración federal, los länder y los ayuntamientos, fueron consecuencias evitables de estas decisiones.

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Kohl es un virtuoso en el trato con las personas. Para él resulta decisiva la lealtad absoluta de un compañero de partido. Margina eficazmente a los críticos y adversarios en el partido. En lugar de elegir, en tanto que generalista, a los más competentes para cada área, prefiere a los más leales. De vez en cuando, también se encuentran entre ellos ministros competentes. El propio Koffl y sus panegiristas llegan a. compararle con Bismarck. Y en un sentido, puede que tengan razón: tampoco Bismarck dejó que ascendiera a su lado un político que pudiera ser un sustituto adecuado. Por lo demás, la fundación del imperio alemán fue para Bismarck un objetivo que tuvo que perseguir en contra de obstáculos internos y externos; en el caso de Kohl, aunque la unificación de ambos Estados alemanes no le llovió del cielo, sí fue esencialmente consecuencia de la extrema debilidad de la URSS y del reconocimiento por parte de Mijaíl Gorbachov de que era necesario corregir el rumbo. Desde luego, Kohl vio la oportunidad y supo aprovecharla. Sólo unos meses antes todavía proponía, en su programa de 10 puntos, un acercamiento gradual hasta llegar a la confederación. Tampoco Koffl previó la unificación.

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Probablemente, el mayor triunfo de Koffl fue el que logró sobre su oponente en el interior del partido, Franz Josef Strauss, que consideraba a Kohl totalmente inadecuado para el cargo de canciller. En 1980, Koffl le dio al bávaro la posibilidad de presentarse como candidato a la elección de canciller y dejó que fracasara. Koffl aprovechó los conflictos en el interior del Gobierno socialdemócrata(SPD)-liberal- (FDP) de Schmidt y Genscher para derribar al canciller. Y el 1 de octubre de 1982 el Bundestag eligió canciller a Helmut Kohl con los votos de los diputados del FDP, que abandonaron la coalición con el SPD. Para reforzar su posición con unas elecciones parlamentarias, Koffl planteó poco después en el Bundestag una moción de confianza, dejando adrede que se la retiraran para poder así disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones. Con este truco, discutible desde el punto de vista del derecho constitucional, consiguió afianzar su coalición gubernamental en marzo de 1983. El mantenimiento del ministro de Asuntos Exteriores de la coalición SI`D-FDP, Hans Dietrich Genscher, subrayó la continuidad de la política exterior. Las estrechas relaciones con los EE UU de Reagan, que algunos sectores del SPD veían con escepticismo, se vieron reforzadas.Los retrocesos de su partido en las elecciones regionales no perturbaron a este canciller, "que aguanta todo". Lo poco que pensaba Kohl en una pronta unificación con la RDA en 1987 lo demuestra la invitación a Erich Honnecker para realizar una visita oficial a Bonn. Mientras Kohl seguía casi incondicionalmente al presidente conservador estadounidense Reagan, sus relaciones con Margaret Thatcher sufrieron sobre todo, probablemente, por el rumbo europeísta de Kohl y la proximidad de éste con su amigo personal Mitterrand.

Sin embargo, el balance de la política exterior de la era Kohl no es malo. Alemania ha seguido siendo un factor estable en el concierto de las potencias. Kohl hizo plenamente suya la política europeísta seguida enérgicamente por Helmut Schmidt. Apoya con una convicción aún mayor el euro que planificaron Giscard d'Estaing y Schmidt. Sin embargo, y a la vista del déficit de conocimientos económicos de Kohl, es probable que con tal de introducir con éxito el euro en el mayor número de Estados posible - relaje los criterios de ingreso estrictos.

Pero lo más preocupante es sobre todo el que Kohl no haya sabido tomarse en serio el compromiso de la comunidad estatal con una política fiscal y de rentas socialmente justa. Aunque en el extranjero se siga hablando de una economía de mercado "renana" en contraposición al concepto estadounidense de capitalismo, Alemania se dirige después de 14 años de mandato de Kohl hacia una sociedad menos solidaria en lo social. En eso no cambian nada las advertencias que Kohl formula con habilidad táctica a los empresarios, cuyos intereses defiende por lo demás incondicionalmente, como alguien que siempre respeta el poder real. Las comisiones sociales de la CDU, imprescindibles para la obtención de votos obreros, se mantienen sorprendentemente calladas.

Cuando Bismarck logró fundar el imperio alemán, en política exterior se esforzó en obtener la aceptación del nuevo Estado por sus vecinos, y en política interior en debilitar a la socialdemocracia, que estaba en sus comienzos. En un nivel más humilde, tal vez pueda decirse lo mismo de Kohl. Si yo fuera un caricaturista, le llamaría "el Sancho Panza de la pequeña burguesía".

Iring Fetscher, socialdemócrata, es profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Francfort.

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