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Un oligarca aupado por el voto popular

"¡Se impuso Gordomán!". Con abierta sonrisa, Arnoldo Alemán ponía ayer el The End a una serie de viñetas del diario La Prensa, sobre el duelo a muerte entre este abogado conservador y su oponente Daniel Ortega, caracterizados como el tripudo Gordomán y el maquiavélico Piñatín, en referencia al sobrepeso del primero Y a la apropiación de bienes confiscados o piñata) puesta en práctica por el segundo cuando dejó el poder en 1990.La definición que todo el mundo da del virtual nuevo presidente de Nicaragua es que es un "nicaragüense típico". A pesar de la imagen que le han creado sus enemigos, como representante de las rancias oligarquías, Alemán llega a la presidencia por el voto popular representa a los sectores golpeados en un país ahogado en una crisis que parece haber tocado fondo. Por eso las "buenas familias" nicaragüenses lo miran con cierto desprecio.

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No obstante Alemán ha aglutinado el rechazo al sandinismo. Frente a un eventual retorno de Daniel Ortega al poder los prejuicios se han dejado le lado, y el voto destinado a los conservadores tradicionales ha ido a parar finalmente a este populista espontáneo. Lo mismo ha sucedido con los centristas.

La gestión pública de este abogado de 50 años, viudo y padre de cuatro hijos, radica en la alcadía de Managua, que ocupó entre 1990 Y 1995. Su paso por la regencia no ha despertado pasiones; peco tampoco grandes polémicas: su fuerte han sido las obras públicas, lo que en esta ciudad, que conserva las huellas del terremoto de 1972 como si hubiera sucedido hace dos años, es lo menos que se puede pedir.

Su programa electoral no dice demasiado, como casi ninguno. Ha prometido crear 100.000 puestos de trabajo en

su primer año de gestión a base de potenciar el sector productivo con la creación de zonas francas Y de ayudas a la pequeña Y mediana empresa. Esa es su prioridad. Algo que parece un sueño en un país con un 70% de paro o empleo informal, que ocupa el segundo lugar de los países más pobres de América

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Alemán es cierto, ofrece más confianza a los inversores que Daniel Ortega, por mucho que éste se haya convertido a la fe del libre mercado.

Pero su llegada a la presidencia ha despertado el temor de que se inicie una era de restauración del estilo somocista, rumor alimentado por sus enemigos políticos Y, según personas próximas a Alemán, carente de fundamento. El Frente Sandinista ha anunciado que el nuevo mandatario quitará a los campesinos las tierras entregadas durante la reforma agraria. En realidad Alemán ha afirmado lo contrario.

La llegada de Arnoldo Alemán a la presidencia de Nicaragua repite patrones que ya se han visto antes en Centroamérica: los jefes de Gobierno de El Salvador Y Guatemala, Armando Calderón y Alvaro Arzú, también conservadores, fueron antes alcaldes de las capitales de sus países. En estos pequeños países, sacudidos por años de enfrentamientos armados Y sumidos en profundas crisis económicas, los ciudadanos siguen los discursos que prometen una gestión honrada más allá de las banderas políticas. Lo que queda es que cumplan.

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