Michael Caine: "Me encanta hacer de golfo"
El actor premiado en San Sebastián afirma que la cámara nunca perdona la falsedad
"Inicié mi carrera de actor a la edad de tres años". Así comienza la autobiografía de Michael Caine Mi vida y yo (Ediciones B). "El cobrador del alquiler aparecía en el quicio y yo recitaba mi primera línea de texto: "Mi mamá no está". Han pasado los años -ahora tiene 63- y Caine se ha convertido en uno de los mayores símbolos del cine británico. Premio de interpretación en el último Festival de San Sebastián por Sangre y vino, de Bob Rafelson, Caine declara que lo que mejor se le da es hacer de golfo, como demuestra una vez más en esta película que se estrena el día 25.
Nacido en un ambiente pobre de trabajadores del sur del Támesis -"el río no sólo divide Londres físicamente, sino también socialmente; lo sé porque yo procedo del sur", se lee en su autobiografía-, Michael Caine pasó por muchas peripecias en el cine y en el teatro, y no triunfó hasta que tuvo 30 años. A estas alturas, agradece que haya sido así. "Este hecho determinó mi carrera, porque forjó mi carácter", dice. "Cuando me llegó el éxito no era el típico actor dispuesto a volverse loco por él. Yo ya era muy triste como persona. Cuando el éxito te llega pronto, adquieres varias ideas equivocadas sobre ti mismo, pero a los 30 no te quedan demasiadas ilusiones, y muy pocas respecto a los demás, sobre todo si te ha tocado ser un actor fracasado durante 10 años. Para mí fue bueno, porque me mantuvo los pies en la tierra, que es donde tienen que estar. Se ven tantos actores volando por ahí fuera sin base alguna...".Desde Australia, donde se encuentra rodando una serie sobre 20. 000 leguas de viaje submarino -en la que interpreta al capitán Nemo-, la voz de Michael Caine suena vía telefónica con una sorprendente claridad en la dicción. En ese país recibió la noticia del premio de interpretación en San Sebastián. Su personaje en Sangre y vino es Victor Spansky, compañero de timba del personaje de Jack Nicholson y veterano desvalijador de cajas fuertes. "Es una ironía, pero los papeles de golfos y malvados son más fáciles, porque son mejores", afirma. "Los más difíciles de interpretar son esa clase de hombres jóvenes, agradables y heroicos. Tuve que interpretar a varios de ellos cuando empezaba, y siempre comprobé con sorpresa que los actores de reparto que me acompañaban estaban mucho más brillantes que yo. Así que estoy encantado de ir haciéndome viejo y tener la oportunidad de construir esos otros personajes en los que puedes afilar la maldad hasta donde se te antoje".
"Ellos sufren más"
En Sangre y vino comparte reparto con Jack Nicholson, cuyas muecas quedan en evidencia frente a la elegante contención de Caine. Pero Caine es todo amabilidad, y considera a Nicholson un actor formidable, además de un ser "nada egoísta que siempre está dispuesto a prestarte ayuda". Caine se resiste a comparar entre él y Nicholson las escuelas británica y americana. "Fue muy fácil actuar con Jack", aclara. "A veces hay diferencias entre las dos escuelas porque los actores americanos son más introspectivos. Ellos sufren más, mientras que los actores ingleses somos mucho más espontáneos en eso. Pero Jack interpreta como un actor inglés, es natural, y por esa razón me gusta". Michael Caine pronuncia con su perfecto acento británico la palabra behaviorismo. Esa es su forma de interpretación, dice: "Intento que parezca que no hay actuación alguna. A veces, haciendo una escena, miro al director, paro el rodaje de pronto y digo: 'Lo siento, estaba actuando'. Porque creo que la actuación en cine es como la realidad: comportamiento y reacción. Yo trato de ser natural, como actor y como persona. En el cine la cámara está tan cerca de ti que en el momento en que te pilla actuando eres hombre muerto".Al mencionarle dos de los directores con los que ha hecho grandes películas, Michael Caine recuerda que ambos eran actores: John Huston (El hombre que pudo reinar) y Woody Allen (Hannah y sus hermanas, por la que recibió un Oscar de interpretación). "Woody te deja a tu aire hasta que empiezas a equivocarte. Entonces se te acerca muy tranquilamente y te dice: 'Inténtalo así o asá'. Lo que importa es que el guión sea bueno. Esa es la clave. Y con Woody se cumple. Luego, él sabe perfectamente lo que quiere hacer, y lo sabe de una manera natural, es un behaviorista. La similitud entre él y Huston es que Huston tampoco te decía nunca nada hasta que te equivocabas. Entonces te encarrilaba con muy pocas palabras, no tenías que irte a comer con él ni te daba la lata con una hora de explicaciones. Como Woody, con dos frases te hacía exclamar: 'Ah, ya caigo'. Otra de las similitudes es su condición de actores, su entendimiento del problema y la fragilidad de los actores".
Su profesión es muy difícil, asegura. "Sin sentido del humor es imposible ser actor", dice, "y absolutamente imposible ser actor protagonista. ¡He visto tantos buenos actores que no se han convertido en estrellas porque no sabían reírse de sí mismos! A la gente no le gusta que te tomes demasiado en serio. No importa que a veces pierdas un poco los papeles. La profesión de actor es durísima, y es esencial saber reír tanto en los momentos espantosos como en los buenos momentos. Para mí, el humor no sólo me resulta fundamental como actor, sino también como persona".
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