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Saramago estrena 'La noche', una reflexión sobre la verdad y la prensa

El escritor portugués asistirá hoy al estreno

El escritor portugués José Saramago mantuvo ayer en Granada que el conflicto esencial que vertebra su obra teatral La noche -las reacciones de los periodistas de un diario durante la madrugada en que triunfa la Revolución de los Claveles- es perfectamente vigente. La prensa, el compromiso con la verdad y el respeto a las opiniones ajenas son, al margen del delicado momento histórico en que está ambientada la obra, los elementos de un debate actualísimo.

Saramago asistirá hoy al estreno en Granada de la versión de La noche encargada al director Joaquín Vida. El drama fue estrenado originalmente en Lisboa en 1979, cinco años después del fin de la dictadura salazarista. La obra es un compendio de las reacciones y puntos de vista que adoptan unos periodistas cuya rutina en el diario queda rota por las noticias que llegan acerca de la revolución. La ideología, los intereses económicos y las connivencias de cada uno van cincelando sus posiciones en un momento histórico en que, a causa de la censura, nadie creía realmente lo que publicaban los periódicos."Ahora no vivimos en una situación de censura, pero por experiencia sé que la libertad tiene unas formas, pero la sustancia está muy diluida. Quizá sea una visión pesimista de la realidad, pero es porque la realidad es pésima", añadió. Saramago extrae de La noche una consecuencia: "Hay que hacer coincidir la verdad con el hecho de no hacer daño a nadie. Si cada día despertáramos y dijéramos 'hoy no voy a hacer daño a nadie' el mundo cambiaría. Yo defiendo que vivir es respetar al otro en las formas".

El estreno en Granada ha sido consecuencia, según Saramago, de una doble casualidad: el viaje que hizo hace una década coincidiendo con la aparición de unos restos atribuidos al homínido más antiguo de la península y que le inspiraron el argumento para su novela La balsa de piedra y el hecho de que Joaquín Vida sea de Granada.

Para Vida el montaje no ha sido fácil. Por un lado, los doce personajes permanecen durante casi todo el tiempo en el escenario y "hay que mantenerlos vivos desde el principio al final". Luego, el propio decorado, que representa dos estructuras, la sala de la redacción y el despacho del director del diario, requiere la utilización de la música y las luces para diferenciar cada ambiente. "La representación es realista, pero el espacio es simbólico. Los personajes forman parte de una atmósfera opresora, una especie de pozo donde la prensa está encerrada"

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