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Propiedad

Rosa Montero

No acabo de entender esa manía de desalojar con saña a los okupas. Alegan, como razón suficiente para abrirles la crisma, que están irrumpiendo en propiedad privada. Sacrosanto derecho éste, desde luego, sobre el que se asienta todo nuestro sistema: la propiedad privada, ahí le duele (sobre todo al okupa descrismado). Pero el caso es que hay propiedades y propiedades. Por lo general, aquéllas en las que entran los okupas están comidas por las ratas y la ruina. Hacer, valer el derecho de propiedad hasta ese extremo me recuerda un poco la ferocidad burguesa de la Inglaterra de Dickens, en donde te condenaban a cinco años de trabajos forzados por haber robado un pan (pero era desde luego pan privado).Claro que mientras aporreamos a los okupas hay otros derechos de propiedad que por lo que se ve no son tan respetables. Como los del matrimonio formado por el conserje José Brenes, de 56 años, y su esposa Eduarda, que acaban de ser desalojados de su casa. José y Eduarda compraron un piso en Getafe (Madrid) en 1981, por el que pagaron más de dos millones de pesetas de la época. Pero el anterior dueño, un sinvergüenza, hipotecó el inmueble tras la venta. Ahora ha salido a subasta y lo ha adquirido un subastero por el absurdo precio de 295.000 pesetas. Y José y Eduarda se han quedado en la calle.

Los subasteros son unos profesionales de la rapiña legal que se las saben apanar para quedarse con los pisos por dos duros. Puestos a defender el derecho de propiedad, se me ocurre que en vez de apalear okupas sería mucho más digno desalojar a estos subasteros tan aprovechones. El periódico dice que el que compró por 295.000 pesetas el piso de Getafe se llama José Sancho Esteller. Si es así y es usted vecino de ese tal Esteller, dígale de mi parte que lo que ha hecho es muy feo.

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