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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Deterioro popular

QUE A los seis meses de las elecciones el partido del Gobierno esté por debajo del primero de la oposición en intención de voto es poco frecuente. El portavoz de la dirección del PP atribuyó ayer esa situación al sentido de la responsabilidad del Gobierno, que no ha dudado en adoptar decisiones necesarias pero impopulares (como unos presupuestos restrictivos). Es posible que ello explique en parte el rápido desgaste, sobre todo porque los ciudadanos siguen sin percibir síntomas de mejora en su situación económica familiar. Con todo, la sensación de que el PP ha incumplido buena parte de sus compromisos electorales está muy extendida y ello bastaría para explicar el desencanto que detecta el sondeo publicado ayer por EL PAÍS.En mayo, la necesidad de pactar con los nacionalistas había tenido el efecto de centrar la imagen del PP, sin por ello roerle por su derecha. Cuatro meses después, un sector de su electorado tradicional está desencantado por las concesiones derivadas de esos pactos -como la defenestración de Vidal-Quadras-; pero ese desencanto es compartido por los sectores seducidos por el populismo de Aznar y sus promesas regeneracionistas, desconcertados ante iniciativas como el anteproyecto de ley de secretos oficiales, los movimientos en favor de un control censorio de los medios audiovisuales o las contradictorias tomas de posición respecto a los papeles del Cesid.

El olvido de compromisos como el de bajar los impuestos o el de aplicar criterios profesionales en la política de nombramientos, más el escaso empuje demostrado en terrenos como la reducción de altos cargos, han influido seguramente en ese deterioro, y los que desaprueban la acción del Gobierno superan ya a los que la aprueban, cuando hace sólo tres meses los primeros casi doblaban a los segundos. En ese sentido, tal vez el- dato más negativo para los populares sea que dos de cada tres consultados dicen tener la impresión de que el Gobierno improvisa porque no tiene las ideas claras. En mayo, el principal activo del recién nombrado Ejecutivo era que los españoles le atribuían poseer "un programa de actuación concreto y definido" y tener la competencia y preparación" necesarias para aplicarlo.

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Ese deterioro puede ser episódico, determinado por la adaptación al resultado no previsto de victoria sin mayoría absoluta. Pero es significativo que la valoración de Aznar, cuyo liderazgo parecía afianzado tras el debate de investidura, vuelva a situarse por debajo del aprobado: 4,7 puntos, nivel apenas superior a la media de los sondeos realizados, desde 1991, y muy por debajo del 5,8 alcanzado en mayo pasado. Mientras que González, pese a su ausencia del primer plano, recupera el primer lugar con una puntuación ligeramente superior a la media de los últimos cinco años.

Los expertos advierten que fuera del periodo electoral los sondeos de intención de voto tienen un carácter de síntoma del clima político, no de pronóstico electoral. Con todo, resulta preocupante que el deterioro de la credibilidad del Gobierno coexista con la impresión de que la oposición tiene las manos atadas: el 56% de los ciudadanos, incluyendo a buena parte de los votantes socialistas, piensa que la actuación de González como jefe de la oposición está condicionada por el tema de los papeles del Cesid y todo lo relacionado con el caso GAL. Es preocupante, porque, por una parte, tres cuartas partes de los consultados opina que ese caso está lejos de haber tocado fondo y, por otra, que el asunto ha acabado afectando al Gobierno de Aznar: el 66% de los ciudadanos considera que debía haber desclasificado los papeles del Cesid Esa hipoteca sigue pesando, así pues, sobre el conjunto del sistema, afectando al Gobierno y a la oposición. Su regreso al primer plano, por efecto de determinadas iniciativas judiciales, explica seguramente el aumento de ciudadanos que consideran que la situación política es mala o muy mala: el 39%, un 9% más que antes del verano.

Un caso singular es el de Anguita. Su valoración media en los últimos cinco años es de 4,5 puntos, la misma que la de Aznar. Hubo incluso un momento, después de las elecciones europeas de 1994 -en las que IU obtuvo el 13,4% de los votos-, en que Anguita se convirtió en el líder político más valorado. El desvanecimiento del PSOE en estos primeros meses tras las elecciones, con González en fase de eclipse parcial, ofreció a Anguita la posibilidad de convertirse en eje de la oposición al primer Gobierno conservador en. 15 años. Algo ha fallado, porque, si bien IU mantiene posiciones, Anguita ha caído en picado a 3,6. Seguramente no es ajeno a esa valoración el que haya elegido una vía de oposición muy ideológica (federalismo, república), al mismo tiempo que se distanciaba de los sindicatos en temas que interesan mucho más a la gente, como las pensiones.

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