"Había que operarle", dice el doctor español Jaime Prat

Jaime Prat, español y el único miembro no italiano del equipo médico que ayer siguió en el Policlínico Gemelli la operación del Papa, está seguro de que la intervención ha sido un éxito y de que valía la pena. "Sin duda", responde el hombre que ayer tuvo en sus manos el apéndice extirpado al Pontífice. "Lo que se ha demostrado es, precisamente, que había que operarle. Éste es el éxito clínico del profesor Crucitti, que él intuyó que había que operar, lo hizo y ha tenido razón".

Nacido en Tenerife, formado en Harvard y en Nueva York, Prat es catedrático de Patología de la Universidad Autonóma de Barcelona y director del servicio de Anatomía Patológica del hospital Santa Creu y San Pau. Participó en la operación de ayer porque Francesco Crucitti, el cirujano jefe que operó al Papa, le pidió una consulta, como las que ya había prestado en ocasiones anteriores al Policlínico Gemelli. El español dice que aceptó la invitación "como un honor". Dejó el congreso médico en el que estaba participando en Italia y se fue a Roma.

"Nuestra misión ha consistido en esperar la pieza seccionada y, cuando la hemos recibido, la hemos examinado al microscopio. Después la hemos congelado", explica Prat. La congelación es necesaria para que los tejidos extirpados al Papa puedan ser sometidos a un segundo examen definitivo.

"Así hemos confirmado lo que dice el comunicado, que se trata de una apendicitis aguda, no perforada, con trazas de que habían ocurrido episodios previos ya cicatrizados", dice Prat. "Al examinar la pieza al microscopio, se advierte la inflamación, que es el síntoma típico de la apendicitis aguda, y se puede descartar que exista un tumor u otro tipo de lesión. Es un análisis más preciso que los radiológicos, ya que aquí tienes el tejido en las manos", añade. Jaime Prat rechaza el calificativo de "apendicitis crónica, porque es un término no aceptado por la medicina. Si una apendicitis aguda se repite, se llama recidivante", explica.