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El diputado más veterano se despide atacando a su Gobierno

Javier Casqueiro

Luis Ramallo, de 58 años, abandonó ayer una larga carrera dedicada a la política (19 años, tres meses y tres semanas con acta de parlamentarío) sin renunciar a su fama de provocador y de disidente. "No necesito encuestas para saber que las cosas no van bien", subrayó cuando se le inquirió su opinión sobre la marcha del Gobierno del PP que preside José María Aznar. También tuvo palabras para apuntar hacia los culpables: "El Gobierno está acertando en lo fundamental y se falla en lo accesorio, la política de comunicación", una labor encargada por Aznar al secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Rodríguez.

El diputado de Badajoz reconoció ayer que se sentía fuera de lugar desde el pasado 3 de marzo. En la anterior legislatura llegó a ser vicepresidente tercero del Congreso. Fue incluso el agresivo portavoz de su grupo en asuntos de importancia. Desde las últimas elecciones sin embargo, comprendió que "ya no era necesario". Las funciones políticas que él soñaba -formar parte de la dirección de la Cámara baja o del grupo- le fueron encomendadas a otros. "Y yo no sé estar sin hacer nada", admitió ayer. "Yo no soy un aprieta botones, tengo otras cosas que hacer y no me siento realizado", añadió en alusión al trabajo de la mayoría de los diputados de base. Ramallo confesó que también influyó en su "dolorosa decisión" de dejar el Congreso que su mujer está delicada de salud -ha sufrido achaques en el corazón-.

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El 'asunto Serra'

El diputado reconoció, además que su permanencia en el Grupo Popular "supondría tensiones, porque cada vez que una cosa no me gustara lo iba a decir, así de cabal". Situación especialmente complicada desde que cuestionó en público, hace unas semanas, al actual ministro de Defensa, el independiente Eduardo Serra, por las acusaciones que se le formularon sobre el pago de comisiones ilegales mientras estuvo al frente de una constructora privada. "Hay quien confunde la serena crítica con los ataques al Gobierno", comentó ayer. Y apostilló enigmático: "Me temo que en las cosas que he dicho últimamente el tiempo también me dará la razón".Ramallo lanzó otros avisos: "Yo no me voy por atacar a Serra. A mi no me pone un candado en la boca nadie. No me han regalado nada ni me voy por dinero". El diputado afirmó que el sueldo que le van a pagar, unos 18 millones, será inferior al que especificó en su última declaración de la renta como diputado y por ingresos, compatibles, de su despacho de abogado. "Me voy más ligero de equipaje que cuando llegué en lo material, pero con las alforjas llenas en lo espiritual". En ese punto recurrió a su propia historia para subrayar: "También dimití como presidente constituyente de la Junta de Extremadura y también, cansado de lo que estaba pasando en UCD, me fui y di el salto a un pequeño partido".

Ramallo no descartó regresar algún día a la actividad política, aunque apuntó que su actual puesto es "inamovible para los próximos cuatro años", lo que le sirvió para ironizar que a lo mejor dura más que el actual Gobierno del PP. Luego rechazó el término "vieja guardia" para definir a los militantes más históricos del partido que la nueva dirección pretende arrinconar, como su amigo Rogelio Baón, y acabó recordando que Aznar y muchas de las caras de la renovación proclamadas en los recientes congresos regionales llevan afiliados al PP tanto tiempo como él.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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