Un gran despropósito
La corrida de la Prensa sevillana se ha convertido en un gran despropósito. Mejor dicho, sus organizadores han conseguido desposeerla de todo prestigio, lo cual es grave pecado contra la plaza y la afición. El festejo parece pensado por el enemigo, y la estrategia es perfecta para el fracaso. Y el fracaso fue rotundo.Pero no podía ser de otra manera. Los mimbres son los siguientes: en primer lugar, un saldo ganadero impropio de la categoría de la Maestranza. Salieron toros de cinco ganaderías, que rivalizaron en falta de trapío, de bravura, de casta y de fuerza. Se lidió el animal más impresentable de toda la temporada -el cuarto, de Manolo González-, lo que pone en entredicho el criterio y la autoridad de los veterinarios y el presidente. Un desastre ganadero del que sólo se salvó el segundo, de Guardiola, que repitió con nobleza.
Varias/ Cordobés, Cristina
Dos toros de Los Guateles, 1º, inválido, 6º descastado; 2º y 3º de Guardiola Domínguez, sosos y nobles; 4º, de Manolo González, chico y flojo; 5º, de González Sánebez Dalp, devuelto por inválido. Sobrero, de Guardiola Fantoni, flojo y soso.El Cordobés: pinchazo y estocada baja (silencio); estocada trasera (palmas); dos pinchazos y dos descabellos (silencio). Cristina Sánchez: dos pinchazos y estocada (ovación); dos pinchazos, media y cuatro descabellos (silencio); pinchazo hondo y descabello (ovación). Plaza de la Maestranza, 6 de octubre. Corrida de la Prensa. Tres cuartos de entrada.
El segundo desatino lo conforma la llamada pareja del verano, El Cordobés y Cristina Sánchez, cansados de torear por los pueblos, a quienes desbordó la corrida. Ninguno de los dos toreros ha hecho mérito alguno para torear en Sevilla en esta fecha; en especial, el primero, que parece socio de la Asociación de la Prensa, lo que le mantiene abonado a este festejo desde hace dos años sin una buena razón que le avale. El público, aplaudidor, festivalero y subsidiado en la entrada, se aburrió. Y para que no faltara nada, la guinda la puso un espontáneo que saltó al ruedo en el tercero y consiguió dar dos muletazos.
El Cordonés no evoluciona. Sigue siendo un pegapases sin gusto, temple ni medida. No tuvo oponente que le facilitara la labor, pero la suya fue la imagen de la vulgaridad, la falta de recursos y las consecuencias de cortar muchas y fáciles orejas en plazas portátiles. Consiguió algunas verónicas con gusto y ahí acabó toda su corta tauromaquia.
Cristina Sánchez ha recibido una lección que no olvidará. Se equivocó al venir y ha pagado caro su error. Nerviosa, indefensa, desconfiada, desbordada, demasiado frágil y desangelada, es un torero que nada tiene que ver con su etapa de novillero alegre y profundo. La corrida le vino grande y ella se empequeñeció hasta la más triste decepción. Su toreo fue rápido e insulso y no supo reaccionar ante la adversidad. Quizá lo peor es que ha roto el encanto de sus exitosas comparecencias en esta plaza.
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