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Reportaje:

El ajuste duro llega también a Hollywood

La industria del cine se replantea los sueldos desorbitados y el exceso de filmes

La escalada de producción de películas y sueldos de las estrellas en Hollywood se ha precipitado en las última semanas de manera casi imprevista y la vieja guardia (si por vieja entendemos a actores y actrices que surgieron a comienzos de los noventa) contempla ahora temerosa el ascenso de nuevos nombres que aportan frescura por menos millones. Mientras, el jefe de los estudios Sony (propietario de Columbia TriStar), Mark Canton, fue destituido hace unos días, entre otras cosas, por el batacazo de Jim Carrey, a quien pagaron 20 millones de dólares (unos 2.500 millones de pesetas) por protagonizar Un loco a domicilio.Las aguas andan revueltas en el corazón de la industria norteamericana del cine, donde parece que este otoño la subida de sueldos a los actores (disparada con el contrato de Jim Carrey y el consiguiente efecto dominó) puede llegar a su fin. Por el exceso de oferta (una superproducción de títulos que se arrastra desde el año pasado), la incertidumbre sobre lo que funciona o no en taquilla es cada vez más grande, y por esto también están rodando cabezas.

El ejemplo más evidente es el de Mark Canton, el jefe de los estudios Sony: los rumores sobre su despido se confirmaron finalmente hace pocas fechas. Canton apostó este verano por la comedia Un loco a domicilio, por la que el año pasado autorizó a pagar la cifra récord de 20 millones de dólares al actor Jim Carrey. El filme fue criticado sin perdón y, aunque cubrió costes en taquilla, se considera un fracaso económico total. Otro reciente traspié de Sony ha sido el thriller de acción The Fan, protagonizado por Robert de Niro. En su enésimo papel de psicópata, De Niro ha decepcionado a la crítica y a sus seguidores, y la película no ha recuperado ni la mitad de lo que costó. Y sobre todo, Striptease, el incomprensible vehículo de Demi Moore: precedida de una lamentable campana de publicidad, el intento de vender la carne de la mujer de Bruce Willis (alquilada por 12,5 millones de dólares) fue anulado sin concesiones en taquilla.

Sin embargo, no se puede apuntar a Canton como culpable de la actual confusión. Columbia TriStar fue adquirida por el gigante japonés Sony en 1989 y desde entonces ha tenido una existencia llena de baches. La dimisión de su jefe, el grandilocuente Peter Guber, por el fracaso de la película El último héroe de acción en 1993 es una de las leyendas de ascenso y caída más conocidas en Hollywood. Sony cuenta con algunos éxitos recientes como Leyendas de pasión y Sentido y sensibilidad.

Lo que parece inevitable es que el efecto Jim Carrey va a tener que replantearse, porque no responde a realidad alguna (hasta que esto ocurra, otras megaestrellas, como Arnold Schwarzenegger, Tom Hanks, Tom Cruise, Harrison Ford, Sylvester Stallone y Bruce Willis, ya firmaron contratos por los mágicos 20 millones, y se ha rumoreado que este último puede cobrar hasta 30 millones por la cuarta parte de La jungla de cristal). La situación la había previsto un ejecutivo de la 20th Century Fox a The New York Times hace ahora justo un año: "Todo el negocio está fuera de control, no hay ninguna racionalidad en los precios que se están pagando. En algún momento va a haber un cataclismo, algunos perderán dinero y otros dirán: "No puedo seguir justificando este gasto".

Aparte de los mencionados fracasos, hay otra razón: el pasado verano se estrenaron en Estados Unidos la friolera de 49 películas (nueve más que el vera no pasado), lo cual, de entrada, condena a la ignominia a títulos que en otras circustancias podrían haber funcionado. Por si fuera poco, en las dos películas más taquilleras de esta temporada (Independence Day y Twister) no hay ni una sola estrella de las consideradas de primera fila. Incluso recientes grandes promesas se apagan de manera irreversible: tal es el caso de Keanu Reeves, cuya última cinta, Chain Reaction, duró en cartelera unos 10 días. Nombres como los de Patrick Swayze y Julia Roberts -lanzada al estrellato en Pretty woman- tampoco han sabido seguir a caballo de la fama o de papeles dignos, como han demostrado respectivamente en To Wong Foo... y Mary Reilly.

A cambio, un actor desconocido como Matthew McConaughey fue casi suficiente para convertir en un exitazo la cinta Tiempo de matar, basada en la novela de John Grisham. Y Gwyneth Paltrow (novia de Brad Pitt y con escasos títulos en su currículo) hizo de Emma la cinta independiente de distribución limitada más rentable del verano.

Con idéntico presupuesto, Tiempo de matar recaudó en Estados Unidos 110 millones de dólares y Striptease obtuvo 35 millones. Aunque aquélla contaba también con Sandra Bullock, también en alza, no hay duda sobre adónde están mirando los contables del cine. Lo malo es que, para cuando uno se fija en los dos o tres nombres de las últimas promesas, ya hay otros tantos que lo son un poco más. En este último grupo se encuentra ahora mismo, por ejemplo, el escocés Ewan McGregor, que tiene varios proyectos americanos en el bolsillo gracias al éxito internacional de Trainspotting.

¿Se alejarán los grandes estudios de las superproducciones multimillonarias? En absoluto (el verano que viene traerá Starship Troopers, Titanic, Batman y Robin y El mundo perdido, entre otras, todas con presupuestos en la línea de la desorbitada Waterworld). Pero la inflación no va a dejar de frenar las carreras de unos cuantos.

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