El Festival de Cine Fantástico de Sitges arranca bajo el signo del dragón
'Dragonheart', de Rob Cohen, abre la competición oficial
¿Hay criatura que represente más puramente lo fantástico? El Festival de Cine de Sitges ha dejado de lado el trazo grueso y la víscera desparramada para apostar en su inauguración por una de las figuras más numinosas y conmovedoras del imaginario: el dragón. De Fafnir a Smaug, pasando por el vertiginoso Khan, los dragones han frecuentado nuestros sueños y pesadillas. Ahora le llega el turno a Draco, protagonista de Dragonheart, el filme que abrió ayer el festival. "Draco está inspirado en los dragones chinos y en la naturaleza", dice el director de la película, Rob Cohen.
Cuenta Borges que contaba Chuang Tzu de un hombre tenaz que, al cabo de tres años de ímprobos trabajos, dominó el arte de matar dragones, y que, en el resto de sus días, no dio con una sola oportunidad de hacerlo. No es el caso del caballero que encarna Dennis Quaid en Dragonheart: liquida a varios y se pasa parte de la película persiguiendo a otro, el Draco protagonista. La verdad, Dragonheart, al margen de sus valores cinematográficos -como decía Mao, "no se discute la perla del dragón"-, es una curiosa película para abrir un festival caracterizado popularmente por rendir sentido culto al derramamiento de plasma. Las alfombras rojísimas del Auditorio Gran Sitges y un gran panel gore en el que este enviado especial al horror contó hasta 12 tipos diferentes de órganos descolocados y sanguinolentos antes de marearse (pero es que eso no lo aguanta ni un marine espacial de la Sulako -Alien II-), no preparaba para un inicio de línea clara y hermanos Grimm, tipo Dragonheart. A lo mejor es que la organización recuerda aquella vieja fórmula de Plinio para hacer un linimento contra las pesadillas: ojos secos de dragón batidos con miel. ¡Pobre Draco!Rob Cohen presentó ayer su película acompañado de su hijo de nueve años, al que le ha encantado (oído al parche, padres), y luciendo una camisa estampada de tigres que merecería un ataque con llamas del protagonista de Dragonheart. Cohen explicó que cuando leyó por primera vez el guión de la película no existía la tecnología posible para rodarla. "No era entonces posible hacer el dragón que yo pensaba, pero al cabo de un año vi un filme, Parque Jurásico, y comprendí que esa tecnología ya estaba ahí. Porque Parque Jurásico", prosiguió, "es un punto de partida, la prueba de que el ordenador puede crear un animal en tres dimensiones que se mueva, ruja y ataque de manera creíble". Cohen subrayó la dificultad de crear un ser que no sólo es fabuloso sino que además tiene un lado humano y expresa emociones.
Trabajar con un dragón en el plató parece que no fue fácil: no por su presencia sino, precisamente, por su ausencia. "Sí, bueno, yo lo tenía en la cabeza, y también teníamos un modelo a escala, y unas maderas que marcaban el nivel de su altura, para que los actores supieran a dónde mirar. La verdad, los actores tuvieron que echarle una gran imaginación, a ello se debe que la cosa funcione". La ventaja es que Cohen tuvo total libertad para trabajar, "pues era tan complicado y etéreo lo que hacíamos qué nadie lo entendía ni podía inmiscuirse".
Para inventar a Draco, Cohen se ha basado esencialmente en los dragones chinos. "Rodaba mi película sobre Bruce Lee en China y me empapé de la mitología del país: allí los dragones son seres positivos y nobles. El emperador se sentaba en el trono del dragón. A pesar de mi bagaje personal, Tolkien, san Jorge, me gusta más la tradición chiría".
Babelia
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