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Un quite providencial

Antonio Lorca

Núñez / Romero, Muñoz, Jesulín

Toros de Joaquín Núñez, bien presentados, inválidos y descastados, a excepción de los dos últimos, que desarrollaron genio.

Curro Romero, media baja (ovación); dos pinchazos y media perpendicular

(ovación). Emilio Mufloz, bajonazo y estocada (silencio); bajonazo (ovación). - Jesulín

de Ubrique, pinchazo, media, un descabello y el toro se echa (silencio); casi entera

(oreja).

Plaza de la Maestranza, 28 de septiembre. Primera corrida de la Feria de San Miguel. Tres cuartos de entrada.

No es que evitara un percance, es que fue un auténtico quite de la Providencia, realmente divino. Y lo ejecutó, claro está, el representante máximo del arte taurino en la tierra: Curro Romero.Puede parecer una exageración, pero qué más da cuando se trata de una visión inexplicable, un sueño hecho realidad, la ruptura de la razón y un monumento a la sensibilidad.

Curro Romero no tiene explicación; y lo que hace. no tiene nombre. Cuantos más años cumple, mejor torea; cuanta más edad, más joven, cuanto más añejo, más ilusión y valentía. Un torero de los pies a la cabeza. ¿Alguien tiene una explicación razonable para un milagro tan inaudito?

El comienzo fue premonitorio: durante el paseíllo se estrenó el pasodoble Curro Romero. El Faraón llego a Sevilla con hambre de triunfo, con una decisión desconocida, y desparramó su arte sublime por el albero de la Maestranza. El momento culminante llegó en un quite a su primero, de tres verónicas y media, que fue una caricia, toreo de pura seda, un recuerdo imborrable; tres verónicas largas y hondas y una media dibujada con especial esmero. La plaza reventó y la música acompañó la alegría. La causa de tanto alboroto era muy simple: el toreo se había hecho presente.

Pero no empezó ahí ni acabó la tarde de Curro. Había recibido a su primero con cinco verónicas ganándole terreno al toro hasta los medios. Muleta en mano, el toro, dulce pero sin fuerza, se apagó, y todo quedó en detalles de buen gusto. Poco le permitió el cuarto, que era un inválido áspero. Surgió, entonces, el Curro valiente que ganó la pelea con gallardía ante un animal que lo buscaba con saña al final de cada pase. No contento con tan completa actuación, tomó el capote en el último toro de Jesulín y volvió a dejar el sabor de dos verónicas de la marca Romero.

Después de Curro, pasaron otras cosas pero todo perteneció ya al terreno de lo humano, cuajado de imperfecciones.

Imperfecto, por ejemplo, estuvo el presidente de la corrida, que disimula muy bien su improbable conocimiento; y no tiene problema alguno en permitir un fraude tras otro a los espectadores. No devolvió varios toros inválidos y soportó como si no fuera con él las broncas correspondientes. Está claro que la ignorancia es atrevida.

Con un toro inválido se las vio Emilio Muñoz y nada pudo hacer; el quinto, por el contrario, era encastado y le permitió una faena que pudo ser grande y quedó en desigual. Algún natural bueno, algún derechazo extraordinario, pero faltaron la confianza y la naturalidad. Brilló, sin embargo, con el capote en un quite por verónicas tras el providencial de Curro Romero.

Seguro de sí mismo demostró estar Jesulín en el sexto (el tercero era un muerto en vida), y, realizó una faena de torero serio y experimentado; una faena de mando y ligazón por ambos lados ante un toro con genio que no permitió confianza alguna. Cortó una oreja muy meritoria sólo protestada por algunos cursis.Blázquez y Calvo, heridos

Los novilleros Raúl Blázquez y José Calvo resultaron ayer heridos de pronóstico menos grave en Amedo (La Rioja) y Algemesí (Valencia), informa Efe. Blázquez fue cogido en la cara interna del muslo derecho y Calvo, en la cara intema del muslo izquierdo.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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