La causa de la kausa
El mismo día de septiembre en que un humorista se preguntaba en EL PAÍS si hay un problema porque hay terrorismo o hay terrorismo porque hay un problema, en Hernani, villa guipuzcoana de 18.000 habitantes, dos centenares de vecinos intentaban manifestarse contra la violencia. Una contramanifestación de personas que coreaban gritos en favor de ETA insultó y amenazó a los concentrados. Estos protestaban por los incidentes registrados cinco días antes, en los que tres ancianas vecinas del pueblo habían estado en peligro de perecer a causa del incendio provocado en una sucursal bancaria por un grupo de encapuchados. Un portavoz de HB rechazaba condenar tales actos alegando que era necesario analizar las causas de la violencia: "Si no se hace frente a las_razones que provocan el enfrentamiento entre Euskal Herria y el Estado español, seguiremos como estamos", advirtió.El dilema planteado por el humorista es equívoco. La cuestión no es si hay o no un problema político, sino si su existencia justifica el recurso al terrorismo; si la situación de los vascos es tan desesperada que no tienen más remedio que asesinar a niños, por ejemplo, siempre que sean hijos de guardias civiles. Hay quien lo piensa: "Me afilié a ETA porque comprendí que en España no hay democracia, todo está dirigido todavía por los antiguos franquistas ( ... ) La única solución para parar esta guerra es el reconocimiento de la autodeterminación". Así lo declaró ante el juez que le interrogaba el activista Jacques Esnal, uno de los miembros del comando itinerante que, entre otros muchos, realizó el atentado contra el cuartel de la guardia civil de Zaragoza en el que murieron cinco niñas y seis adultos. La declaración se reproduce en el libro de reciente aparición Negociar con ETA, del periodista Carlos Fonseca.
También los que jalean a ETA y queman bancos, ertzainas y vecinos alegan que en Euskadi no hay democracia: un día después de que los suyos impidieran manifestarse a los ciudadanos que se habían atrevido a acudir a la convocatoria del ayuntamiento, la sección local de HB convocó una manifestación en Hernani reivindicando "Democracia para Euskal Herria". Esa pretensión del agresor de ser reconocido como víctima es uno de los rasgos que definen el actual panorama vasco. Otro rasgo es la tendencia de algunas víctimas a comprender a los agresores.
La fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Euskadi atribuye a la estrategia desplegada por la coordinadora KAS (en la que se integran ETA y HB) el espectacular aumento de los sabotajes registrado en 1995. Su informe anual contabiliza un total de 836 actos violentos: 205 contra oficinas bancarias, 125 contra miembros de la Ertzaintza, 108 contra cabinas telefónicas, 56 contra sedes de partidos y 55 contra autobuses públicos. No incluye las numerosísimas agresiones y coacciones contra quienes intentaban manifestarse por la liberación del secuestrado Aldaya.Ya se sabe que ellos justifican esa estrategia de intimidación social alegando que existe un problema político no resuelto. La cuestión es si nosotros pensamos que tienen razón; que existe un contencioso entre los vascos y los españoles cuyo dramatismo hace inevitable el recurso a métodos indeseables. Ningún observador neutral llegaría a esa conclusión. Constataría que la vasca es una sociedad plural en la que, por ejemplo, las fuerzas no nacionalistas obtuvieron en las últimas elecciones el 51,12% de los votos. Pero quedaría perplejo al observar cómo personas que rechazan la violencia, que están incluso amenazadas por ETA, se empeñan en halagar a los que les amenazan: comparando el secuestro de Ortega Lara con la situación de los presos de ETA, como el obispo de San Sebastián; proclamando que la pervivencia de Euskadi exige "superar el Estatuto de Gernika", como el secretario general de EA; proponiendo, como Ardanza, sustituir la línea que separa a demócratas de violentos por la frontera entre partidarios o contrarios a la autodeterminación. Florentina Iruretagoiena, de 74 años, una de las mujeres a punto de perecer quemada en Hernani, declaró lo siguiente: "Todo el mundo les tiene miedo". Y el miedo nubla el juicio.
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