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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sobre luces y sombras

Leo en EL PAÍS El Madrid que habitó Velázquez, donde se vierte una idea moderna como original del siglo XVII. No es, evidentemente, importante en el contexto del artículo, pero responde a un error muy extendido que conviene refutar; concretamente, me refiero a las frases: (la Casa del Tesoro) es un lugar cómodo y amplio,, aunque. oscuro.En esto, en lo de la oscuridad, se parece al palacio: me han contado que las habitaciones del Alcázar tampoco son más luminosas. ( ... ) largos corredores y estrechos pasillos, lúgubres y algo tristones".

Un cortesano de la época no pensaba así. Contemporáneo suyo, un personaje de Lope dice que cuando viene a Madrid vive en una casa (cito de memoria): "( ... ) umbría y fresca en verano, con buena vecindad ( ... )", y al final, y como si fuera cosa de menor importancia, añade: "( ... ) y no es mala en invierno". Los españoles antiguos preferían las casas umbrías, que no eran tristes, pues gran parte de la vida se hacía en la calle, donde el sol castigaba, como ahora, de lo lindo. Si a ello se suma el atuendo que solían llevar, las copiosas comidas habituales de la época y el ejercicio (deporte, se diría ahora) que hacían, tanto al caminar como al montar, es fácil deducir que su problema era el calor veraniego, y no el frío del invierno

Su deseo lógico era reposar en una casa "umbría y fresca". No, seguramente, al cortesano no se le pasaría por la cabeza la idea de lobreguez. Personalmente, yo vivo en una casa umbría y paso los veranos sin necesidad de aire acondicionado, durmiendo todas las noches tapado con sábana y colcha; ¿pueden decir lo mismo los que viven en casas luminosas?

La necesidad de luz en las viviendas es moderna y proviene de los países poco soleados del norte de Europa. Sus lúgubres climas lluviosos y de cortos días invernales han hecho necesario el veraneo bajo el sol de las costas mediterráneas, huyendo de tristes tardes bajo una lluvia casi constante y 10 u 11 meses de calefacción al año (EL PAÍS ha publicado artículos sobre la respuesta de los funcionarios sureños ante un clima así, el de Bruselas; los bruselenses sí que necesitan interiores luminosos, pero ¿con qué sol?).

Allí, en el norte, también nació la arquitectura de la luz, con grandes superficies acristaladas, y no ahora, sino hace siglos, en plena Edad Media, se hacían las catedrales góticas. Cuando se construyó en ese estilo aquí, en la Península, hubo de adaptarse: las cubiertas se hicieron planas, y las grandes vidrieras se redujeron mucho (así, Toledo, Palma, Barcelona ... ), con perfecto conocimiento de que las cristaleras dejan entrar el calor del verano. Recientemente se ha hecho en Valencia un edificio con mucho cristal, y es conócido popularmente como el Microondas. La diferencia entre estas dos posturas estriba en que por entonces era España un país que se preparaba para potencia mundial, y ahora copiamos todo.

¿Tristes el Palacio y la Casa del Tesoro? No. Umbríos y frescos" sí. Pero se piensa lo contrario, porque se cree que toda España era así entonces. ¿Tanto hemos cambiado los españoles para ser ahora el país más juerguista de Europa? ¿La Celestina o Don Juan Tenorio no eran españoles? ¿Un país lleno del oro de las Indias y con la oportunidad de enriquecerse allí podía- ser pesimista? ¿Era Felipe II (casado cuatro veces, con hijos naturales y con las copiosas comidas que describen las crónicas y que le llevaron a sufrir la gota) un hombre lúgubre? Su imagen, de negro, en los cuadros se debe a que se impuso este color como vestido galán, pero los escritos le describen, en ocasiones menos solemnes, llevando colores alegres (por supuesto, mucho más que los apagados y poco variados que vestimos los varones actuales, ¿y somos tristes?).

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El consumo de energía para refrigeración de verano se dispara día a día, propiciado por las grandes superficies acristaladas que producen efecto invernadero y calentamiento del interior. Si se quiere reducir el consumo, que a la larga se traduce en emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, es necesario volver a pensar en casas frescas, umbrías como aquellas de pueblo que muchos podemos recordar y algunos siguen habitando, construidas por gente que no conocía el aire acondicionado.-

Arquitecto

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