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El papa propone "nuevas formas de solidaridad" frente a la pobreza

"Quiero decírselo al mundo: compartir es fuente de felicidad. La alegría es posible", clamó ayer Juan Pablo II en una rara muestra de ese optimismo que quiere infundir a su reinado, precisamente cuando éste, aparentemente, declina. "En la sociedad actual hay demasiadas formas de pobreza, de tristeza y aflicción", dijo también. Pero "frente al multiplicarse de los atentados a la dignidad, frente al aumento del número de los excluidos", se pueden encontrar "`nuevas formas de solidaridad". "Un estilo de vida más sobrio" facilitaría las cosas.

ENVIADO ESPECIAL, El Papa, con aspecto cansado, dedicó la tercera jornada de su viaje a Francia a la figura de san Martín de Tours, el obispo que renunció al caballo y vistió a un pobre con la mitad de su capa, de cuya muerte se celebra el l5º centenario. La efeméride fue conmemorada con una misa a la que asistieron menos de 100.000 personas, y, por la tarde, el Pontífice se encontró en la catedral de Tours con una selección de "heridos por la vida", que incluía minusválidos físicos y mentales, enfermos, ex prostitutas, ex presos y una mujer violada y posteriormente casada. Ésta dijo que, aunque no es católica, esperaba recuperar su dignidad dando la mano al Papa. Las asociaciones de homosexuales declinaron ;asistir, porque sus representados "no se consideran heridos por nada".Los problemas sociales de un país donde son cotidianas las manifestaciones contra las restricciones financieras impuestas por Maastricht y en el que los problemas de la inmigración extracomunitaria han alcanzado dimensiones de paradigma prestaron un contexto inevitable a las intervenciones del Papa.

"La pobreza material, la enfermedad, el sufrimiento físico, los distintos tipos de exclusión que afligen a nuestros contemporáneos, las formas de infelicidad son múltiples: nadie puede estar seguro de escapar a alguna de ellas en el curso de su vida", dijo en el acto de la catedral.

"Es preciso encontrar nuevos estilos de vida personales y colectivos que permitan superar la crisis, sobre todo en aquellos países, como el vuestro, que dispongan de abundantes recursos humanos y naturales. Es preciso poner en práctica nuevas formas de solidaridad, tanto dentro de cada sociedad como entre las naciones", añadió el Papa.

Luego sugirió posibles soluciones. "Para facilitar el acceso al trabajo, ¿no convendría revisar algunas prácticas y favorecer una distribución más equitativa de los bienes? Los que tienen la fortuna de gozar de suficiente renta, ¿estarían dispuestos a compartirla en mayor medida con los que no consiguen vivir de una manera aceptable? Un estilo de vida más sobrio permitiría a muchos evitar despilfarros y estar más atentos a las necesidades del prójimo", dijo el Papa.Juan Pablo II habló a los católicos, cuya "atención a los pobres constituye uno de los criterios fundamentales de pertenencia a la Iglesia", pero no sólo a ellos. "Lanzo un llamamiento en favor de la solidaridad real entre todos. ¿Cuándo será respetado de verdad el derecho de todos al trabajo, a la casa, a la cultura, a la salud, a una existencia digna de ese nombre?", señaló luego, y afirmó en otro momento: "Una sociedad es juzgada por el modo en que mira a los que sufren en la vida y por la actitud que adopta frente a ellos. Cada uno de sus miembros deberá responder un día de sus palabras y actos"

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Su discurso no fue agresivo, y eludió el problema de la iglesia de Saint Bernard de París, donde la policía irrumpió el pasado mes de agosto para desalojar a los inmigrantes sin papeles. La Santa Sede nunca protestó formalmente por aquella violación de la dignidad vaticana, y tampoco lo ha hecho ahora.Un tono diplomático domina sobre la totalidad de este viaje, quizás por la polémica que las celebraciones del 15º centenario del bautismo de Clodoveo han suscitado en la prensa.

Entretanto, unas 3.000 personas participaron en Tours en la primera manifestación convocada por la 61 organizaciones que rechazan este viaje. "Somos libres, iguales, solidarios y fraternos", decía la pancarta que abría el cortejo. Banderas anarquistas y emblemas sindicales se alzaban sobre la manifestación, arrinconada en un ángulo remoto de la ciudad por las autoridades.

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