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Crítica:FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Bergamín jondo

En el flamenco hay una corriente actual que presta mucha atención a los poetas llamados cultos, y cantaores con inquietudes un tanto intelectuales van más lejos aún e incorporan a sus cantes poemas o estrofas de los mismos que les impactaron de manera especial y consideraron que podían entrar bien en la medida de esos cantes.Uno de estos cantaores, Vicente Soto, el hijo de Sordera, lo viene haciendo con relativa frecuencia desde aquel Pessoa flamenco que en su momento causó justificado revuelo por lo insólito de la propuesta al tratarse de un poeta portugués cuya obra no parecía muy proclive a convertirse en materia jonda. Tampoco lo parece la poesía de José Bergamín, y sin embargo Vicente Soto la utiliza para la composición de esta cantata de altos vuelos, en cuya. interpretación pone sin duda lo mejor de sí mismo.

IX Bienal de Flamenco

Las horas muertasCante: Vicente Soto. Toque: José María Molero y grupo orquestal. Teatro Lope de Vega. Sevilla, 20 de septiembre.

Altos vuelos en cuanto a la ambición de la obra, si bien su realización se queda en una fórmula sumamente sencilla, ya que los cantes se hacen por lo general con el solo acompañamiento de la guitarra -José María Molero, un clásico cuyo toque recuerda el de tiempos pasados, de gran sencillez pero sumamente efectivo-, y entre uno y otro se intercalen leves interludios orquestales.

Las adaptaciones de las letras al cante corren suertes diferentes. Hay una indudable dificultad en hacer esto con los versos de gran carga literaria, y los de Bergamín la tienen. El cante, por ello, a veces se nos antoja un tanto monocorde y recitativo, por la necesidad de incluir el texto en una métrica para la que no había sido pensado. Cuando la adaptación es más natural, el cante brota con una fluidez y una facilidad que Vicente Soto traslada a su voz, y el resultado es mucho más equilibrado y gratificante.

En cualquier caso es incuestionable que nos hallamos ante una obra importante. Un cantaor capaz de afrontarla ha de encontrarse con madurez artística para empresas no sólo complejas, sino de riesgo artístico considerable. Vicente Soto lo está, y dejó constancia de ello con un cante bien hecho, de registro profundo, quizá un poco distante a veces, pero de cierto valor jondo.

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