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Pegar a la esposa ocasionalmente no es delito según el Supremo italiano

Pegar a la propia mujer no perseguible, si se trata de casos aislados, motivados, quizá, por un rapto de celos. El Tribunal Supremo italiano ha absuelto Francesco Lombardo, un albañil de 42 años, natural de Capaci, en Sicilia, que abofeteó y dio patidas a su mujer, la cual tuvo que ser atendida de diversas lesione en el rostro en un centro sanitarío. El Supremo, que parece recoger el proverbio chino de "Cuando llegues a casa pega a tu mujer, ella sabe por qué", anula una sentencia del Tribunal de Apelación de Palermo, que había condenado a Lombardo a ocho meses de reclusión.Los hechos ocurrieron el 2 de junio de 1990, ante los ojos aterrados de los cuatro hijos del matrimonio, que entonces tenía entre dos y diez años. El agresor reprochó a su mujer, Anna Mannino, ama de casa, hoy de 39 años, que se dejara ver demasiado por la calle -escena: lo más puro y duro de Sicilia, con los celos de siempre y el sentido del honor de siempre- y de suscitar las maledicencias de la vecindad. Después de una acalorada discusión verbal, pasó a las manos y a los pies, tras lo cual ella tuvo que ser atendida de "numerosas lesiones contusivas en la cara".

Aunque Anna Mannino no presentó denuncia contra su marido, los jueces actuaron de oficio, porque el hospital donde fue curada tuvo que dar cuenta de lo sucedido. Mannino ha mostrado gran alegría al conocer la sentencia del Supremo, que explica. que para configurar el delito de malos tratos -el que es perseguible de oficio, porque el de lesiones sólo puede ser la instancia de parte- se requiere "un dolo unitario y uniforme que evidencie en el autor grave intención de humillár y oprimir a la víctima". El Alto Tribunal subraya su tesis de que no puede establecerse tal delito, considerando la causa de la discusión -los celos- y la ocasionalidad de tales episodios.

"Levantar la mano no está bien, pero un momento de rabia puede tenerlo cualquiera", declaró la mujer. Los maridos italianos saben ahora que pegar se puede. Lo que no conviene es exagerar.

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