El Gobierno belga hace autocrítica por los 'casos DIutroux y Cools'

"Nos hemos concentrado en los objetivos económicos y financieros y nos hemos olvidado de las necesidades de la sociedad". Con esta frase, el primer ministro belga, Jean-Luc Dehaene, admitió ayer que el Gobierno que él mismo encabeza ha de corregir el rumbo y acercarse al pueblo. Dehaene hizo este acto de contrición en el debate parlamentario extraordinario convocado a petición de la oposición liberal para analizar la grave crisis que vive el país. Los casos Dutroux y Cools y la aparente protección policial y judicial de que han gozado durante años sus protagonistas, ahora en prisión, han generado una crisis de confianza en las instituciones que no tiene precedentes en la historia reciente de un país ya de por sí bastante atormentado por la división lingüistica.El debate parlamentario fue un intento de devolver la confianza al país. Más que a la oposición, Dehaene -que se apoya en una cómoda mayoría de conservadores y socialistas- se dirigió ayer a los belgas. "Ha habido errores en el aparato judicial y la policía, pero eso no nos permite decir que todo está podrido", afirmó. "No podemos generalizar ni hacer amalgamas". Su principal objetivo fue lanzar el mensaje de que la actual crisis ha de servir para modernizar el aparato judicial y los diversos cuerpos policiales, hoy enfrentados entre sí.