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'Tortazos' sin nata

La cafetería Manila cierra definitivamente con autorización judicial

Los clientes se quedan estupefactos. En lugar de un camarero encuentran un guarda jurado y los ladridos de dos perros fieros. Lo que hasta el pasado viernes era una de las cafeterías más clásicas de Madrid, Manila, en la plaza de Callao, es ya un establecimiento cegado por los ladrillos. Sus famosas tortitas con nata han pasado a la historia después de unos cuantos tortazos secos entre propietarios y empleados (40 quedan en la calle). El negocio cierra, pero las peleas en los tribunales se mantienen. Los ladrillos que forran la esquina de Gran Vía con la calle de Jacometrezo sólg1han salvado dos carteles. El mayor ofrece un número de teléfono "para cualquier consulta sobre este local". El más pequeño sugiere aún el menú del día. Pero ya no hay clientes para paella, pollo al chilindrón y arroz con leche por 900 pesetas. La entrada al establecimiento está custodiada por un guarda jurado que se pasa el día explicando a los peatones que no, que ya no hay una cafetería ahí. Aunque la hubo durante casi 50 años.

Y esta vez va en serio: tras una leve resurrección, Manila ha muerto del todo, igual que antes cerraron otras cinco cafeterías de a misma cadena, subastadas por deudas con la Seguridad Social.

Desde el pasado mes de mayo, el establecimiento de Callao vivía con respiración asistida de índole judicial. Entonces, los hijos del fallecido dueño, Luis Zamorano Fraile, renunciaron a la herencia. "Vieron que el negocio no era rentable. Tenía 100 millones de deudas y decidieron no continuarlo", explica su abogado, Rafael Iruzubieta. Y comunicaron a los 40 empleados la extinción de. sus contratos por la muerte del empresario. Por ello, sólo les correspondía un mes de indemnización.

Los trabajadores reaccionaron encerrándose en el local; y el socio del dueño, Francisco Ríos Seoane, que litiga con los herederos por la titularidad del negocio, pidió amparo. La titular del Juzgado de Primera Instancia número 60, María Isabel Fernández del Prado, ordenó la reapertura.

El pasado 30 de mayo, los empleados volvieron a trabajar tras la barra, bajo la tutela del socio. Los herederos optaron por recurrir la decisión cautelar. La juez, que rechazó hablar con este periódico, anuló finalmente la medida. El lanzamiento de los ocupantes quedó fijado para el 13 de septiembre y se realizó sin incidentes.

Una cuarentena de empleados han perdido su trabajo, pero no se van a conformar. "No han cobrado liquidación ni indemnización. Pleitearemos contra los despidos", aseguran en el sindicato CC OO. El socio también seguirá adelante con los litigios.

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Ayer, un representante del casero supervisaba la tarea de los albañiles en el local. Ante la llegada de la periodista, consultó por un móvil: "¿Qué periódico nos ayudó?". Tras oír la respuesta, rechazó dar explicaciones, con una sola frase: "El suyo no fue".

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