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FERIA DE COLMENAR

Cogida de César Rincón

Los carteles anunciaban concurso de ganaderías ¡qué bien! Las corridas de esta clase son una gozada para el aficionado. Se cuida la suerte de varas y se procura lucir al toro. Nos las prometíamos muy felices.Pero el gozo se cayó al pozo. Concurso, sí, pero de bichos mansos, de feo estilo, complicaditos. Y el primero de la tarde se llevó por delante a César Rincón. El toro hizo una pelea difícil, siempre huido, exageradamente abanto. Se entableró en toriles y el colombiano se lo llevó con pases de tirón a los medios. Allí le ofreció con desconfianza la puntita de la muleta. El toro no hizo caso del engaño colorado y se fue derecho a buscar al torero, al que levantó en vilo para pisotearlo después, tirándole hachazos. César lo mató de un pinchazo y media atravesada y se fue a ver al doctor. Se libró del resto de la encerrona.

Varias ganaderías / Rincón, Ponce, Rivera

Toros: 1º de Martínez Moreno, bronco; 2º, de José Luis Marca, boyante; 3º de Hermanos Tornay, con peligro; 4º, de Marqués de Domecq, manso; 5º, de José Luis Pereda, manejable; 6º, de Giménez Indarte, áspero.César Rincón: aplausos. Pasó a la enfermería. Enrique Ponce: aviso con retraso y oreja muy protestada; silencio; silencio. Rivera Ordóñez: aplausos y saludos; oreja. Enfermería: Rincón fue asistido de herida en la axila izquierda, contusiones faciales y conmoción cerebral. Pronóstico leve salvo complicaciones. Plaza de Colmenar Viejo, 26 de agosto. Tercera corrida de feria. Lleno.

Después, ni toros puestos debidamente en suerte, ni asomo de intenciones de buscar el lucimiento de las reses. Y siguieron saliendo mansos. Sólo se dejó torear el segundo y Ponce lo aprovechó para hacer la faena de siempre. Prólogo de muletazos de tanteo, dos tandas de derechazos, la segunda gustándose y poniéndose bonito, pases con la izquierda muy discretitos, cambios de mano y plásticos ayudados por bajo, con innecesaria prolongación de la faena. Después de pinchar le atizó una estocada que asomó por la tripa. Y se produjo la extraña paradoja. Petición mayoritaria, oreja y, seguidamente, bronca estrepitosa. Ponce rechazó la oreja y se negó a dar la vuelta al ruedo. Cosas de la afición de Colmenar.

En el toro del colombiano intentó su faena habitual y al final lo tuvo que machetear. Mató al sexto, al alterarse el orden de lidia, y en esta ocasión estuvo aseadito, con mucho empleo del pico, pero el toro cabeceaba en exceso y el torero aligeró.

Rivera Ordóñez tuvo también su torito manejable, que le permitió conseguir una orejita. Todo en diminutivo, porque el animalito era un becerrete. Con él hizo de Jesulín, con parones, intentos de pase de la tortilla, circulares de espaldas y el adorno del teléfono. Algún natural le salió mandón y profundo y, entonces, como era de esperar el bichito se calló. Nada de lo que hizo tuvo importancia, claro.

Pero gustó tanto a las quinceañeras, que un pequeño ejército de niñas gritonas y aspaventeras apareció en la arena para comerse a besos al joven Rivera. No tuvo más remedio que interrumpir la vuelta al ruedo y refugiarse en el callejón. Un espectáculo bochornoso, que avergonzó a las damas sensatas del tendido.

Se fue amparado por la Guardia Civil, que le tendió un círculo protector para salvarlo del acoso sexual de las admiradoras. No se puede ser tan guapo.

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