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La caída de otra escultura en el Prado reabre la polémica sobre la seguridad

Un empleado chocó contra la obra, situada en la cafetería

Andrés Fernández Rubio

En la cafetería del Prado, donde se contemplaba el Torso con armadura y manto, obra anónima renacentista, aparecen ahora dos papeleras y una baldosa rota. "Eso le pasa al más pintao" comentó ayer un camarero, testigo del accidente que el pasado viernes se produjo en el local cuando un empleado chocó contra el torso, que se vino abajo con gran estruendo y revuelo entre los comensales. Con este incidente -en 1994 unas vigilantes rompieron un busto romano- se reabre la polémica sobre la seguridad de las esculturas del museo.

El accidente no causó daños personales, salvo un moratón en una pierna del empleado de la cafetería que accidentalmente la tiró, según indicó un miembro del comité de empresa. Sin embargo, en la propia cafetería, y en medio del trajín de un intenso día de turismo, ayer nadie quería ni oír hablar del asunto de "la piedra", según definió un camarero al torso con armadura y manto."No ha sido nadie de aquí", añadió. "Fue alguien con quien yo no me hablo y de quien no pienso dar el nombre".El Museo del Prado se apresuró a decir que la escultura, "de valor fundamentalmente ornamental, tan sólo sufrió pequeñas saltaduras y roces en diversas zonas de su superficie, siendo retirada de inmediato del local". Un testigo, sin embargo, aseguró que fueron más que saltaduras, y el comité de empresa criticó el silencio administrativo de la nueva dirección del Prado, con Fernando Checa al frente. Según la sección sindical, el mutismo total ha rodeado el asunto desde la retirada de la escultura rota, "han quitado hasta el pedestal y han puesto allí dos papeleras para disimular, no querían que nadie se enterase ni que nadie preguntara qué hacía una escultura sin anclajes en un lugar tan concurrido". El servicio de seguridad del Prado impidió ayer a un fotógrafo de este periódico tomar imágenes del lugar donde se produjo el accidente.

Informe reservado

El comité criticó también al conservador responsable durante el turno en el que se produjo el accidente, José Luis Diez, por haberse negado a divulgar el informe que éste preparó para la dirección. Fernando Checa se encontraba ayer en Zaragoza y no pudo ser localizado.Vigilantes del museo aprovechan el caso para alertar sobre el peligro de diversas esculturas del Prado. Ponen como ejemplo El Salvador, anónimo italiano del XVI cuya base irregular está calzada con pequeñas cuñas de madera. Este procedimiento se aprecia asimismo en otras esculturas, y el comité de empresa cree necesario un estudio para determinar cuáles corren mayores riesgos, ya que, aseguran, un simple codazo daría en el suelo con varias de ellas.

Un experto en las esculturas del Prado, que contarán en octubre con una sala especial, calificó de "obra muy secundaria" la situada en la cafetería, y dijo que las esculturas del Prado "no corren ningún peligro porque llevan años y años allí y no les ha sucedido nada. Aunque si se cae un señor encima peligran no sólo las del Prado, sino también las del Louvre o las del Metropolitan. Si partimos de que la gente no se sube a los retablos, tampoco a las esculturas, si están bien aplomadas y las rodea un cordón de seguridad, les tiene por qué pasar nada".

En diciembre de 1994, dos vigilantes protagonizaron un incidente que nunca quedó aclarado y que provocó la caída del busto de un emperador romano. A la cabeza se le rompió la nariz, que fue recompuesta, y provocó en los rizos daños irreparables. Una versión apuntaba que las jóvenes, en periodo de pruebas, corrían y chocaron contra la estatua, y otra, que la manipularon para encontrar un mensaje de un juego de rol. Dos de las vigilantes fueron despedidas,y luego readmitidas, en medio de una gran polémica interna.

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