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TRAGEDIA EN EL PIRINEO

"Cueste lo que cueste, les encontraremos"

Voluntarios en el rescate de las víctimas de Biescas se quejan de falta de medios

"Aquí hay mas de un millón y medio de metros cuadrados de lodo y rocas. Buscar diez o veinte cuerpos en un área así es como buscar una aguja en un pajar, pero lo haremos. Les encontraremos, cueste lo que cueste". Lo asegura Martín, un mando de Protección Civil, mientras descansa y bebe agua como si en ello le fuera la vida.Martín, 35 años, está desde hace 48 horas moviendo rocas. "Hemos hallado seis cadáveres. Hoy seguimos el rastro de perros y palas excavadoras, porque tanto sol y calor han dejado la zona como una losa de cemento", explica.

José Moreno se ha levantado a las 3.30 en Los Arcos (Navarra), a más de 200 kilómetros de Biescas, para venir voluntariamente a trabajar al valle de Tena. Es secretario de la base ocho de la Asociación de Ayuda en Carretera (DYA) de Navarra. Carlos, de Madrid, especialista en descenso de barrancos y montañismo, deambula, con traje de neopreno, de un lado del río Gállego a otro.

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Junto a él está Antonio, vecino de Sallent, especialista en barrancos y montaña. Dos puntos distantes cientos de kilómetros, pero con un sólo deseo, contribuir al final de esta pesadilla. Ambos son voluntarios. Podrían estar en una playa o en su casa. Pero gastan las horas en recorrer a nado el Gállego en busca de cadáveres.

"Nos llamaron y no lo dudamos. Estaremos hasta que haga falta", prometen los ertzainas Salva e Iñaki. Ambos policías vascos llevan todo el día buscando cuerpos enterrados con ayuda de sus perros: Cristina, Otxanda y Yaso, tres pastores alemanes del Grupo de Operación Canina de Berrozi (Álava). "Ahora hace demasiado calor y eso dificulta su trabajo", señalan sudorosos. Los perros han marcado varios puntos, aunque "hay muchos alimentos putrefactos enterrados, los huelen y eso los despista".

Pascual Ubieta, vecino de Jaca, de 57 años, espera ansioso la señal para empezar a mover su excavadora. Trabajador de obras públicas, ha puesto su tiempo y su máquina a disposición de las autoridades. Conoce muy bien al dueño del cámping. No en balde, Pascual lo construyó junto a otros profesionales. "Hicimos el cámping nosotros. Era fabuloso, seguro y bonito. Parece mentira que haya podido ocurrir esto. ¿Quién podía imaginarlo?", señala a orillas del río, en medio de una extensa zona en la que se exhiben sin pudor restos de juguetes, neveras, mochilas, ropas, bicicletas, zapatos y libros. "Mover todo esto puede costar meses", afirma.

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Otro grupo de voluntarios de la DYA de Navarra descansa bajo unos árboles, a un kilómetro del cámping. Una mujer sostiene en sus manos dos pequeños tomos de un libro cuyo título parece un sarcasmo: El secreto de la felicidad familiar. "Creemos que pertenecen a un grupo de Testigos de Jehová", dice esta madre de familia que ha dejado marido y dos hijos en su pueblo para venir a remover lodo y rocas. A sus familiares "se lo expliqué y lo entendieron perfectamente", asegura. Aguas abajo, en la pequeña presa de Sabiñánigo, continúa el lento proceder de la grúa que extrae del agua toneladas de fango. El despliegue de medios de los periodistas contrasta con la aparente escasez de los equipos de rescate, que limpian una zona de 250 metros cuadrados donde el viernes se hallaron 10 cadáveres, recuerda Jesús García, de 28 años, bombero de Zaragoza.

García tira de una cuerda con otros compañeros. La soga, atada a un tronco arrastrado por la corriente, hace las veces de pala limpiadora. Hay un cierto descontento entre los voluntarios y los profesionales. "Ayer rastreamos todo el río. Hoy, ya ve qué medios tenemos: una vieja pala, un tronco con cuerdas y a empujar con un rastrillo. El agua, además, ha bajado y es más lento el proceso. Hay más de un metro de residuos y suponemos que debajo permanecen más cadáveres", indica. "Somos buceadores, pero, hasta ahora no nos hemos podido surnergir".

A mediodía de ayer, parte de la presa estaba ya practicable para la inmersión. Dos lanchas hinchables de los equipos de la Guardia Civil y otras dos de los bomberos luchaban contra el fango mientras comenzaban los descensos de los buzos. Una empresa madrileña de hidrodeslizadores ha traído una nave que recorre las orillas cenagosas donde las Zodiac no llegan.

Según los voluntarios, en la parte alta del cámping no se están delimitando bien las zonas ya exploradas. "Necesitaríamos un marcaje de cuadrículas que no se está haciendo", dicen. "El viernes hallamos a un hombre vivo, enterrado, gracias a que varios troncos le habían configurado un espacio con oxígeno bajo el lodo. Puede haber más gente con vida, quién sabe...".

"Ya sólo queda remover la tierra palmo a palmo y para eso necesitamos excavadoras". Pero no llegan, se queja uno de los 35 miembros de DYA Navarra, mientras se sienta a descansar apenas un instante.

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