El Ayuntamiento impide a los infectados de sida entrar a las piscinas
El Ayuntamiento de Madrid, gobernado por el Partido Popular, niega a los enfermos e infectados por el virus del sida la entrada a las piscinas municipales. Este ha sido el caso sufrido por Ana María Martínez Rey, de 38 años, y su hijo de cinco años, a quienes el Instituto Municipal de Deportes (IMD) ha denegado el acceso a una piscina después de que declarasen que estaban infectados por el virus.Para justificar su decisión, el citado organismo, aunque reconoce que no es competente para evaluar científicamente si el virus causante del sida (VIH) se transmite a través del agua, se basa en una orden municipal y otra autonómica que prohiben el uso de dichos recintos a personas con enfermedades "transmisibles o infectocontagiosas". Los responsables municipales también aluden a la "alarma social" que provoca la presencia de estos enfermos entre los usuarios.
La transmisión del virus por vía acuática es considerada imposible por los especialistas. La enfermedad sólo se contagia de persona a persona por contacto directo a través de la sangre, esperma o flujo vaginal. El niño, además, no ha desarrollado el mal -sólo es portador del virus o infectado-, y la madre carece de enfermedades asociadas al sida. "Es a nosotros a quienes nos pueden contagiar", dijo ayer Ana María a este periódico.
"No existe posibilidad de contagio en piscinas, ni siquiera teórica. El virus sólo se transmite por contacto sexual o hemático. El virus en el agua, además, no podría ser contagioso, ya que allí se reduciría su concentración hasta niveles mínimos, y el cloro impediría que pudiese sobrevivir. No hay peligro para las personas sanas, ni para los enfermos, ni para los portadores", señaló el especialista en enfermedades infecciosas José Luis Casado, del hospital Ramón y Cajal. En el mismo sentido se expresó José Antonio Martínez, de la unidad de infecciosos del Hospital Clínico de Barcelona: "Imposible que pueda transmitirse por vía acuática. Sólo existen dos vías de contagio: el contacto sexual y de sangre. Todos los demás no se han demostrado nunca. Si no hay contacto sexual o de sangre en la piscina, la posibilidad es absolutamente nula".
El primer capítulo del caso de Ana María y su hijo se remonta a 1995, cuando el IMD concedió al niño, que estudia sin problemas en un colegio municipal, un carné especial que le permitía acceder gratuitamente a la piscina del polideportivo de Villa Rosa, en el distrito de Canillas. El permiso le fue otorgado después de que la mujer, según su relato, presentase un documento que certificaba la condición de portador del sida de su niño.Este año, a mediados de julio, Ana María Martínez Rey quiso renovar el carné de su pequeño y conseguir uno para ella. Y aportó los documentos que certificaban la infección. Esta vez, sin embargo, el Instituto Municipal de Deportes les denegó no sólo la renovación, sino también el acceso a la piscina, incluso si pagaban.
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Denuncia
La Fundación Antisida considera una "barbaridad" la prohibición del Ayuntamiento
Ante estos hechos, la Unión Española de Enfermos de Sida presentó un escrito ante el Ayuntamiento en el que denunciaba lo sucedido.La respuesta del Ayuntamiento de Madrid se hizo pública ayer. En ella el Instituto Municipal de Deportes, que pone en duda incluso que al hijo de Ana María Martínez le corresponda un carnet de acceso gratuito, fundamenta su decisión en dos normas. La primera es la Orden del 25 de mayo de 1987 de la Comunidad Autónoma de Madrid que regula las condiciones higiénico sanitarias de las piscinas públicas y en cuyo capítulo séptimo se lee: "Se prohibe el uso de las piscinas a todas a aquellas personas que padezcan enfermedades transmisibles".
La segunda norma es una ordenanza municipal del 22 de diciembre de 1989 sobre las condiciones higiénico-sanitarias, técnicas y de seguridad de las piscinas, cuyo artículo 49 dice: "Queda prohibido el acceso a las instalaciones a toda persona que padezca enfermedades transmisibles o infecto contagiosas".
En su interpretación, el Instituto Municipal de Deportes considera que estas normas "no efectúan distingos en cuanto a tipos de enfermedad" y que, por tanto, al ser "inequívocamente" el sida una enfermedad transmisible e infectocontagiosa, no puede conceder el carné. Acto seguido, el Ayuntamiento acusa a los enfermos de sida de "incumplir" la normativa al entrar a las piscinas y concluye: "El Instituto Municipal de Deportes deniega el uso de estos servicios a cualquier persona de la que tenga constancia que padece una enfermedad transmisible en estricta aplicación de la normativa".
Además, el organismo municipal, para reforzar su argumentación, recuerda la "inevitable alarma social" que provoca entre los usuarios la presencia de estos enfermos en piscinas. Se refiere entre otros casos, a la entrada en 1990 de infectados en la piscina de San Blas lo que motivo, según el gerente del IMD, Guillermo Jiménez, que los usuarios dejarán de acudir. "Hubo hasta una manifestación en la calle", añadió Jiménez.
Pese a la dureza de la medida adoptada, el Ayuntamiento evitó evaluar el riesgo real de contagio en piscinas: "En relación a las manifestaciones sobre la existencia o no de evidencias científicas acerca de la transmisión de esta enfermedad por el agua, el Instituto Municipal de Deportes no se considera competente para efectuar dicha evaluación científica, sugiriendo que Sanidad y Consumo emita un informe médico sobre este extremo, aportando propuestas para la toma de decisión por parte del órgano competente sobre el problema planteado". Una explicación que el gerente del IMD amplió: "Y si se produce un contagio, ¿quién sería el responsable? (...) Nosotros hemos adoptado una medida preventiva para evitar males mayores".
Por su parte, Ana María Martínez Reyes anunció que hoy presentará una denuncia ante el juez contra el IMD. La demanda se basará en la discriminación a la que ha sido sometida y en un supuesto delito de coacciones. El Ayuntamiento dispone de 23 piscinas. Para entrar no exige declaración de enfermedad. "Claro, si una persona no dice nada, se puede bañar. Pero si yo, que no tengo una enfermedad que se contagie fácilmente, lo cuento, entonces te rechazan. Así es como nos tratan", afirmó Ana María.
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