Estancos vacíos
"EVITAR COMPORTAMIENTOS económicos no deseados" era una de las razones alegadas por el Consejo de Ministros para decidir el pasado viernes, mediante decreto-ley, la subida de los impuestos especiales sobre el alcohol y el tabaco. Pero el Gobierno debería haber sabido que, de no ejecutarse inmediatamente, esa medida se convertiría por sí misma en un factor desestabilizador del mercado y en causa de esos "movimientos económicos no deseados" que se pretendía evitar. Sobre todo cuando la subida anunciada es de las más fuertes que se recuerdan. La publicación del decreto-ley en el Boletín Oficial del Estado de fecha de ayer llega, como poco, con cuatro días de retraso.El resultado de esa imprevisión, torpeza o inexperiencia del Gobierno está a la vista. Durante unos días, el caos producido en tomo a los estancos y a Tabacalera ha sido monumental. Como era previsible, los fumadores se han apresurado a aprovisionarse de tabaco antes de que la anunciada subida fuera efectiva. De otro lado, aquellos establecimientos públicos, especialmente bares, que están facultados para vender labores de tabaco a un precio superior al oficial han visto una oportunidad de oro para acaparar existencias con fines especulativos. Hay que tener en cuenta que la subida de las labores de tabaco de mayor consumo oscila entre 30 y 50 pesetas. Con tal aumento de precios tiene sentido y responde a la ley del mercado, que en su pureza más radical cuenta con tan acérrimos admiradores en el PP- para buen número de consumidores procurar ahorrarse o ganar ese dinero. Si cuando sube sólo una peseta la gasolina se forman colas en los surtidores, lo acontecido en tomo al tabaco era absolutamente previsible.
La decisión del Gobierno -su falta de instrumentación inmediata- no sólo ha tenido efectos económicos indeseables como son el aprovisionamiento exagerado y el acaparamiento especulativo. También ha provocado situaciones de desabastecimiento impropias de un país desarrollado como es España. Las existencias de los estancos se volatilizaron en pocas horas. Tabacalera, ante el riesgo de acopios especulativos, se negó a realizar suministros extraordinarios. Durante dos días al menos Madrid y otras ciudades han vivido una situación de otros tiempos: estancos cerrados y desabastecidos.
Con esta medida el Gobierno del Partido Popular incumple por vez primera su promesa de no subir los impuestos, ya que estamos ante una subida de impuestos. Pero incluso más allá de este juicio la cuantía de la subida provocará seguramente un rebrote del contrabando de tabaco, con la consiguiente diminución de ingresos para el Estado. Sólo falta que les dé a los fumadores por fumar menos y resultará a la postre que la Hacienda pública no conseguirá su propósito recaudatorio y tendrá que buscar alguna otra tasa. Entretanto, los estancos vacíos han hecho rápidamente olvidar lo que era una pretensión del Gobierno del PP: achacar al agujero fiscal dejado por los socialistas una medida tan antipopular. Quizá aprenda así que la ciudadanía tiende siempre a culpar al Gobierno de turno de cualquier subida de impuestos, se produzca por la razón que sea.
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