Llamadas a la catarsis
Amaneció día de perros y los conciertos se resguardaron bajo techo. Aun así, la música de Yosuke Yamashita a piano solo brotó irreprimible y expansiva; los graves sonaron como si el instrumento se hubiese precipitado desde un quinto piso y los agudos soltaron chispas como si fuesen percutidos con hachas en lugar de dedos. Su filosofia musical plantea colosales exigencias tanto físicas como mentales, y para él cada pieza significa un asalto y cada concierto un combate, una llamada a la catarsis.Por supuesto, ignora toda postura académica y da la impresión de que bastante tiene con mantenerse encima de la banqueta en sus fulgurantes idas y venidas de uno a otro confín del teclado. En sus manos, Round midnight se ensanchó hasta dimensiones de mural cubista y A night in Tunisia fue objeto de vehemente disección armónico-rítmica. Acabó, jadeante, nada menos que con un arreglo del celebérrimo Bolero. Agradeció los encendidos aplausos y salió disparado, seguramente a por una bala de oxígeno.
Yosuke Yamashita (piano solo)
Lester Bowie, Brass & Steel. Trevor Watts Moiré Music Drum Orchestra. Jam Sessiom Cuadernos de Jazz.San Sebastián
El trompetista Lester Bowie se toma las cosas con mucha más calma. Desde que abandonó su cargo de eterno francotirador para convertirse en innovador de plantilla se le ve reconciliado con el mundo y hasta condescendiente con ciertas exigencias del espectáculo. Dotes para la farándula no le faltan. Consciente de que su Brass Fantasy a secas ya no es novedad, le ha añadido tres especialistas en steel drums, un simpático instrumento de percusión de timbre gangoso y cantarín, para otear horizontes caribeños.
Lo cierto es que la presencia de los animosos percusionistas, sólo regulares, resulta más bien testimonial, y los que siguen repartiendo juego y fuego son los soberbios metales, en especial los arrasadores trombonistas Frank Lacy y Luis Bonilla.
A continuación, el veterano Trevor Watts enfatizó dramáticamente la vocación étnica de la jornada. Un bajo eléctrico de dudosa efectividad y un batería con aspecto de saberse en tierra de nadie mediaron entre tres percusionistas ghaneses y los saxos alto y soprano del británico. A pesar de la experiencia de este combinado, fundado en 1982, la monotonía polirrítmica y la escasa imaginación de Watts desvanecieron cualquier esperanza de intercambio estimulante. Demasiado tambor para tan poco saxofonista.
Por fortuna, en la jam session final se pudieron escuchar no uno, sino tres magníficos maestros del tenor: David Newman, cuya merma física le ha llevado a descubrir nuevos y valiosos cauces expresivos; David Murray, siempre atento en la ventajosa atalaya de la tradición activa; y David Sánchez, toda una deslumbrante realidad que bordó un magno You've changed inspirado en la lección atemporal del gran Dexter Gordon. Sin duda, lo mejor de la jornada.
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