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Crítica:JAZZ EN VITORIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Mucho ruido y pocas nueces

Charles Gayle Trio / Ximo Tebar Band / Phil Collins Big BandTeatro Principal y polideportivo de Mendizorrotza. Vitoria, 20 de julio.

Phil Collins, con su flamante big band clausuró la noche del sábado la vigésima edición del Festival de Vitoria. Una verdadera lástima que un certamen de esta categoría se cerrase con un espectáculo lamentable y alejado del espíritu jazzístico.

Por suerte este espíritu quedó bien alto por la tarde con una espléndida actuación del trío de Charles Gayle y, sobre todo, én el mismo escenario de Mendizorrotza con la banda del valenciano Ximo Tebar, que precedió a la penosa actuación del ex batería de Génesis. Gayle es uno de esos nombres legendarios de la historia del free jazz que han pasado por todo tipo de situaciones novelescas, incluido el tocar en la calle para sobrevivir, hasta que fue redescubierto por los jóvenes posmodernos de la Knitting Factory. Ahora, en su segunda juventud, está demostrando la vitalidad del jazz más libre. En Vitoria el saxofonista y pianista estuvo contenido, no desató el vendaval sonoro que le caracteriza sino que prefirió profundizar en la musicalidad de una propuesta sonora rebosante de vigor.

En Mendizorrotza Xímo Tebar tuvo que luchar contra la dictadura de la estrella de pop, de turno, que le puso todo tipo de impedimentos para colocar sus instrumentos en el mismo escenario. Finalmente, la cosa se arregló, pero a los valencianos se les prohibió utilizar el único piano que había en el polideportivo y que no era de Collins sino que había sido alquilado por la organizacion para todo el festival.

A pesar de esa merma (Ricardo Belda tuvo que utilizar un teclado eléctrico en unos temas que se merecían un piano de cola), Telbar salió a por todas y se metió en el bolsillo un público que, con toda seguridad, estaba allí atraído sólo por el nombre de Phil Collins.

La propuesta de Tebar

La música de Tebar, a medio camino entre el jazz contemporáneo, el flamenco y las sonoridades mediterráneas, encandiló en Vitoria. Lógico, porque su propuesta es fresca y atractiva. Cosa que no puede decirse de la empanada musical que largó Phil Collins tras el descanso: ni fresca ni atractiva.Siguiendo los pasos de Charlie Watts, Collins ha querido también montar una big band para autoexaltar su propia música, pero basándose en parámetros muy distintos a los del batería stone. Tomando como base algunas de sus canciones para Génesis (Thats all, o Los Endos) o de su repertorio habitual (In the air tonight), Collins ha pertrechado unos arreglos pretenciosos que buscan la espectacularidad en el más puro estilo hollywoodense. Todos los esquemas del pop sinfónico más comercial aplicados a un grupo de correctos artesanos (parte de la banda de Collins y parte de la orquesta de la radio de Colonia) que no conseguían en ningún momento sonar como una auténtica big band jazzística sino como una ruidosa formación ideal para sonorizar una película de Jean Claude van Damme.

Collins se limitó a tocar la bateria y esperó hasta los bises para cantar dos estándares (Allways, Do nothing till you hear from me) de vergüenza ajena antes de concluir con una nueva versión de Sussudio salvada en última instancia por el explosivo saxo alto de Gerald Albright, presentado como invitado de lujo pero al que no se le permitieron demasiadas intervenciones durante la velada, posiblemente para que no empañara la presencia del líder. En resumen, mucho ruido (demasiado) y pocas nueces (casi ninguna). Lo mejor es olvidar inmediatamente esta experiencia difícilmente clasificable como Jazzística de Phil Collins.

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