El rayo que no cesa

De vez en cuando me sorprende ver mi nombre en titulares periodísticos sobre tribunales: "La acusación particular contra el Colegio de Corredores pide al juez que inculpe a Conthe" (EL PAÍS, 10 de julio), "Moreiras podría llamar a declinar a Conthe". El lector de tales titulares no se para, obviamenta, a leer tan apasionante noticia. Pero le queda la impresión de que el tal señor Conthe se incorporará pronto al nutrido panteón de personajes con cuentas pendientes con la justicia (Salanueva, Roldán, Conde, De la Rosa, Estevill y un largo etcétera). "¿Es grave lo que dice de ti EL PAÍS?", te preguntan los amigos.Para mi fortuna, el fondo de tales noticias es siempre el mismo y muy poco escabroso: un corredor de comercio de Jerez -crítico con la práctica profesional de sus compañeros, de probada experiencia como querellante, autor de mil cartas a cuya lectura dediqué en el Tesoro casi más tiempo que a la deuda pública- presentó hace tiempo una querella contra -creo recordar- el Consejo de Colegios de Corredores, acusándoles de múltiples cargos (delito fiscal, etcétera). El juez Moreiras, tras tomar múltiples declaraciones -con ese motivo le conocí- ya archivó una vez provisionalmente la causa, con el pleno asentimiento del fiscal; pero, recurrido el auto de archivo, la Audiencia Nacional resolvió que continuara la instrucción de dos cargos, entre ellos un posible delito de "exacciones ilegales": algún colegiado parecía haber cobrado hasta 5.000 pesetas por certificaciones para las que el vigente arancel, que se remonta a los años cincuenta, establecía el cobro de 25 pesetas.

Los querellantes alegan que la Dirección General del Tesoro y Política Financiera -de la que fui titular durante siete años consintió tales conductas, lo cual, obviamente, es falso. Pero, con la prensa que tenemos, "tirar por elevación" es la mejor garantía de que algún periodista pique y la querella pase a ser noticia. Curiosamente, ese mismo corredor se sumó con entusiasmo a la intensa campaña del notariado contra el proyecto de real decreto que, elaborado en el Tesoro, Pasa a la página siguiente Viene de la página anterior hacía más rigurosa la práctica profesional de los corredores (presencia personal del corredor en el acto de firma de préstamos bancarios, control de legalidad y formalidad de los contratos intervenidos con la legislación de defensa de los consumidores, etcétera), Esa campaña, a la que EL PAÍS contribuyó (recuérdese la primicia en la que el diario filtraba de forma tergiversada el dictamen del Consejo de Estado), impidió su aprobación: ¡ojalá que, como ha pasado en colegios profesionales, el nuevo Gobierno tenga la gallardía que le faltó al anterior para aprobar el nuevo raglamento de los corredores, aun a costa de enfrentarse con algún sector del notariado!

En todo este asunto me llaman la atención dos cosas:

- La Audiencia Nacional parece desconocer la noción económica de "coste de importunidad": como el día tiene 24 horas, si el juez Moreiras dedica mucho tiempo a investigar si algún corredor cobró más de 25 pesetas por alguna certificación, no podrá instruir con rapidez otras causas de genuino interés público.

- En materia de corredores de comercio, EL PAÍS es de antiguo bastante sectario: realza toda información que les perjudique y abre de par en par sus páginas a notarios de pluma aviesa (todavía recuerdo un artículo, publicado casualmente el mismodía en que el proyecto de reglamento de corredores iba a debatírse en la comisión de subsecretarios, que se valía de Romanones para ponerme- a mí "a parir"). ¿Habrá acaso algún influyente notario en el consejo editorial de EL PAÍS? ¿Es verdad ese pomposo "diario independiente de la mañana" que figura en su cabecera?

Llevo sólo semanas en Bruselas, pero ya añoro el sol de España ¡Ojalá me cite otra vez Moreiras, aunque sea, ay, como inculpado!-