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La protesta de los ecologistas marca el final del multitudinano festival de los Pirineos

Ipcena acusa a Doctor Music de incumplir el 80% de los acuerdos

Jacinto Antón

Enfado verde. Los ecologistas pusieron ayer el grito en el cielo ante el impacto en el medio natural de las 27.000 personas congregadas en Vall d'Àneu (Lleida) por el Doctor Music Festival, que la pasada madrugada cerró su programa de actuaciones. La organización ecologista Ipcena (Institut de Ponent per a la Conservació i Estudi de la Natura), con la que la promotora Doctor Music pactó las medidas de defensa del medio ambiente, ha retirado su apoyo al festival, que anoche cerró Patti Smith. Ipcena denuncia que Doctor Music ha incumplido lo acordado en un 80%.

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El instituto ecologista señala, entre otras cosas que han fallado, la escasez de contenedores de basura, la utilización de vasos de polietileno, y que la gente se ha bañado en el río. La mayor parte del público del festival tenía previsto volver a casa esta mañana, aunque la zona de acampada del recinto permanece abierta hoy hasta las cinco de la tarde para facilitar una salida escalonada y evitar aglomeraciones.Los ecologistas tienen santa razón al quejarse por la suciedad que se ha acumulado en los prados. Denuncian también el deficiente funcionamiento de los centros de reciclaje y la ocupación de terrenos no previstos. Los vasos de polietileno, que son los típicos de plástico duro, presentan el problema de que se rompen al pisarlos y las astillas se infiltran en la tierra. Es muy difícil recogerlos.

Doctor Music reconoció ayer que Ipceria tiene razón en parte de sus quejas. Estaba pactado que los vasos serían de papel parafinado, pero un error de los proveedores, junto con un fallo de supervisión, según la organización del festival, hizo que llegaran los dichosos vasos de polietileno. Doctor Music reconoce que fue un error garrafal, pero la alternativa era usarlos o dejar a la gente sin bebidas, dijeron. "No tuvimos más remedio que dar prioridad a una cuestión de tipo práctico sobre las medioambientales", alegó ayer la organización, que cuantificó en 100.000 los polémicos vasos repartidos.

Los organizadores reconocen también que la acumulación de residuos sólidos ha superado sus expectativas. Niegan, en cambio, la ocupación de espacios no previstos. "Se pasó de 10 a 18 hectáreas la zona de acampada, pero se alquilaron los terrenos", dijo Neo Sala, responsable de Doctor Music.

"¡Aaaaag, puaf, schuf!".

"Venga tío, suelta ya toda la papilla, -que oigo tocar a Komando Moriles". Son las doce de la mañana y el colega acaba la vomitada con un estertor sobre un polvoriento arbusto junto a su tienda. En lo que ha dejado ir el tipo -que se recupera con un porro y un trago de cerveza, venga que son cuatro días- es posible reconstruir su itinerario de anoche: Jim Morrison Bar, pizzería, crepería, mmm.... sí, churros, no, definitivamente palomitas del puesto junto a la Carpa Dance. El colega, recuperado, y sus amigos marchan camino de las duchas. Seguirlos es muy instructivo antropológicamente hablando. Sortean la desesperanzada cola y se van a los grifos, meten las greñas, las sacan entre aspavientos y en un gesto de civismo que les honra se pasan un poco de agua por los sobacos. Al salir de la cabaña de aseo, digna de Jack London, el colega patina sobre el barrizal de las tablas y queda hecho un pringue. Seguimos. La arteria principal de la zona de acampada es un camino polvoriento que ni recuerdo guarda de su antigua condición de verde pasto. Hay una multitud en continua trashumancia. Un grupito de jovencitas que tras ímprobos esfuerzos han conseguido adecentarse se aparta cuando pasa un tipo indescriptiblemente guarro alardeando: "¡Qué sucio estoy!". Se ve mucha gente. "Lo dejamos todo en el coche y ya nos iremos cuando nos cansemos", dice una pareja. ¿Cansados? "Sí, pero esto está muy bien". El colega y sus amigos se han alejado, pero no es difícil seguirlos. Ahora están orinando contra un contenedor de basuras, desbordado y coronado por una botella de Four Roses en precario equilibrio. Arroja un olor nauseabundo. Pasa una joven que casi no puede abrir sus espléndidos ojos verdes. Está guapísima en su resacoso abandono. Bosteza, se estira y se levanta el vaporoso pantaloncito para rascarse una picadura en la nalga izquierda. Un montón de personas ya están bailando como posesos. ¿De dónde sacarán las fuerzas? Y eso que ayer la cosa fue dura: Lou, Reed, lggy Pop, Blur... La Iguana montó un buen pollo. Se tiró sobre el público -no sabría lo mal que van las duchas-, se contoneó pavoneándose de su paradójico cuerpo de culturista anoréxico. Y, lo más de admirar, largó la frase: "Mi sangre es para ti, chupa". Parecía una consigna para las hordas de mosquitos. Poco antes de lggy, Antón Reixa había hecho reír con sus monólogos en el escenario Esterri: "Puedo aguantar la hostia sin follar, hay que salpicarse y salpicar. Los culturistas no tienen media hostia. Pero no, el sexo es un armario". Delicioso. Poco después de Iggy llovió. Se levantó una humedad tremenda.

Ya se ven jóvenes de mirada extraviada demasiado entregados a la química. En la Carpa Dance, de madrugada ruedan las pastillas y hay círculos junto a los puestos de comida exótica que le dan abiertamente al polvo. El agotamiento, la bebida, la noche, lo tiñen todo de irrealidad. Suministros: conseguir algo de comer por la noche requiere su esfuerzo. Este enviado especial se vio obligado a hacer cosas indignas por un puñado de patatas fritas. Aun así, fue imposible lograr un bocata de lomo. El pollo a l'ast parecía más asequible, pero, ¿qué diablos haces con un pollo a l'ast en la mano en un concierto de Patti Smith?

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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