El Pentágono mintió sobre la precisión de sus armas en la guerra del Golfo
El Pentágono exageró de un modo falaz durante la guerra del Golfo la efectividad y validez de su más avanzado material, según un detallado estudio oficial realizado durante cuatro años por la Oficina General de Cuentas (GAO) a petición del Congreso de Estados Unidos sobre los aspectos aéreos de la operación Tormenta del Desierto de 1991. El estudio señala que los comentarios realizados por el Pentágono y los principales constructores de armamento sobre la extremada precisión de la nuevas armas -el avión de combate Stealth, los misiles Tomahawk y las bombas inteligentes guiadas, por láser- resultaron "exagerados, engañosos, no extraídos de los datos disponibles o imposibles de comprobar".Los portavoces del Pentágono mostaron al mundo durante la guerra cintas de vídeo en las que se veía a una bomba inteligente penetrar en el sistema de aireación de un edifico de Bagdad y contaban anécdotas sobre la extraordinaria precisión de los Tornahawk disparados desde largas distancias. La GAO señala que algunas de esas historias eran ciertas, pero que no constituían toda la verdad.
El presidente George Bush dijo en su día que que el sistema de misiles Patriot había funcionado casi a la perfección y derrivado 41 de los 42 misiles Scud que Irak disparó contra Israel y Arabia Saudí. Defensa diría más tarde que los Patriot apenas derribaron el 40% de los misiles dirigidos contra Israel y el 70% de, los que iban contra Arabia Saudi. Los escépticos dudaron de que los Patriot hubieran conseguido derribar más de un objetivo.
Como Alemania y Japón
Estados Unidos desplegó unos mil aviones de combate y lanzó tantas bombas como fueron arrojadas cada día sobre Alemania y Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Pero a pesar de su gran tecnología, los pilotos no podían distinguir si el objetivo era un carro de combate o un camión o si ese objetivo ya había sido atacado. Los sensores a base de sistemas de láser, rayos infarrojos y otros dispositivos electro-ópticos no podían ver a través de las nubes, la lluvia, la niebla, el humo y la atmósfera con alta humedad. Los carísimos cazas F-117 Stealth, de los que se habló maravillas sobre su capacidad de acercarse a un objetivo sin ser detectados, no hicieron mucho mejor papel que otros aviones más baratos y más antiguos. La Fuerza Aérea habló de un 80% de éxito en las misiones de bombardeos de los Stealth, pero la realidad es que anduvieron por el 40%.
Y tampoco las bombas inteligentes satisfacieron la relación calidad precio. Sólo el 8% del tonelaje de bombas lanzadas sobre Irak era de las guiadas, pero su pusieron el 84% del coste de ese tipo de munición. "No se alcanzó la eficacia de un objetivo, una bonba", señala el informe, que recomienda al Pentágono, que analice la situación.
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