Un enfermo muerto y otros 15 evacuados en un incendio en el Ramón y Cajal
El hospital Ramón y Cajal vivió en la madrugada de ayer tres horas críticas. Un enfermo terminal de sida, de 37 años, con antecedentes de suicidio y recluido en, una habitación individual y vigilada, causó, según la primeras versiones, un devastador incendio que acabó con su vida y obligó a evacuar a 150 pacientes, sorprendidos mientras dormían. Las primeras sospechas apuntan a que el supuesto incendiario, que ya había originado anteriormente otros fuegos, utilizó material inflamable para prender su colchón. Pese a la vigilancia a la que estaba sometido -su habitación distaba menos de 10 metros del control de enfermería-, el fuego sólo fue descubierto cuando el humo traspasó las rendijas de su puerta. Las llamas, que calcinaron totalmente la habitación -donde se llegaron a registrar 1.400 grados y se fundieron los bronces de la cama-, no se extendieron más debido a la intervención de los bomberos y los servicios de seguridad. El enfermo, Pablo José Leyenda Ropera, había ingresado el 6 de junio en el servicios de infecciosos del Ramón y Cajal. Su comportamiento en el centro, según fuentes de la institución sanitaria, era muy agresivo con el personal y el resto de los pacientes. "A las enfermeras no les hacía caso y a los otros enfermos les gritaba", señaló un miembro del hospital. En dos ocasiones fue sorprendido quemando una papelera.PASA A LA PÁGINA 5
Humo por la rendija
La policía investiga si el incendio se debió a un suicidio 'a lo bonzo' o a un accidente
El incendio fue sofocado sobre las 3.30. Mientras el resto de la planta no había sufrido daños de consideración, la habitación y el cadáver del paciente quedaron totalmente calcinados. Las llamas fundieron el bronce que revestía parte de la estructura metálica de la cama, de lo que se deduce la elevadísima temperatura que se registró en el cuarto y también la posibilidad de que el fuego fuese alimentado con sustancias inflamables."Si no es por la rápida intervención del personal del centro, que controlaron el fuego en los primeros momentos, habría sido una catástrofe", afirmó el director general de Atención Primaria y Especializada del Insalud, Rafael Matesanz, quien pasó toda la noche en el hospital siguiendo la evacuación.
El motivo que empujó al paciente a prender fuego -si se confirman las primeras hipótesis- permanecía ayer en la oscuridad. Los investigadores barajan dos posibilidades: un accidente -por ejemplo, un cigarrillo mal apagado- o un suicidio a lo bonzo.
La habitación permanecía ayer sellada por orden del juez de guardia. La policía científica recogió muestras para aclarar lo sucedido. Por la tarde, los servicios de limpieza se afanaban por limpiar y pintar el pasillo. "Es la única forma de acabar con el olor ha quemado", comentaban.
La familia del fallecido declinó efectuar declaraciones. "Cuando llegue el momento lo haremos", dijo un compungido pariente a este periódico.
A las tres horas, todos los enfermos evacuados volvieron a sus habitaciones, excepto los 12 pacientes ingresados en el control de enfermería. La dirección del hospital, que ordenó pintar la planta, esperaba que hoy pudieran volver. Diferentes representantes del hospital Ramón y Cajal afirmaron que el incendio estuvo a punto de causar una catástrofe. "De haberse extendido, habría sido terrible", indicó un portavoz del centro. Pese a este peligro, la reacción de los enfermos y el personal sanitario fue calificada por la dirección del hospital de "ejemplar". "Los pacientes mostraron una calma digna de elogio, confiaron en sus médicos y, excepto el fallecimiento, todo salió sin problemas", declaró un portavoz médico.Desde la Concejalía de Protección Civil y Bomberos, dirigida por Carlos López Collado, se destacó el hecho de que uno de los jefes de los bomberos que sofocaron el incendio es el mismo que hace un año inspeccionó las instalaciones del hospital. Este conocimiento previo facilitó la tarea de los servicios de extinción y el trabajo de evacuación.
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