Historias de mujeres

La escritora debutante Whitney Otto publica en 1991 una ambiciosa novela donde parte de la particular estructura de los quilt (tradicional trabajo manual entre la colcha y la manta) para contar la historia de un grupo de mujeres que interviene en la creación de uno de ellos. Así como para dar la influencia que tiene en. la vida sentimental de otra mis joven que asiste a su creación, mientras escribe una tesis sobre "los rituales de trabajo manual de las mujeres en las culturas tribales".Con estos elementos, la casi debutante realizadora australiana Jocelyn Moorhouse rueda Donde reside el amor, cuyo título castellano poco tiene que ver con el mucho mejor original How to make an american quilt. Tras darse a conocer como directora con La prueba (1991) y, sobre todo, como productora con La boda de Muriel (1994), que realiza su marido P. J. Hogan, al igual que muchos de sus compatriotas no puede resistir la oferta de una importante productora norteamericana.

Y la realidad es que Jocelyn Moorhouse sale bastante airosa de la difícil prueba. Tanto por lo bien que construye el ambiente familiar de un perdido pueblo de California, donde va a pasar el verano la joven protagonista con su abuela y su tía abuela, como per la hábil estructura que construye para integrar las historias de las mujeres que colaboran con sus parientes en la realización de un quilt para ella. Sin olvidar la forma en que estas desiguales narraciones, pero que todas giran en torno a sus desgraciadas relaciones con los hombres, van a ejercer sobre su comportamiento.

Poder de síntesis

El máximo atractivo de Donde reside el amor está en la diferencia. que existe entre la historia central y las múltiples que se incluyen en ella de muy diferentes maneras. Frente al ritmo lento de la central, destaca el gran poder de síntesis conseguido en las secundarias. Lo que da al conjunto una vida muy particular, llena de ciertos atractivos, a pesar de su acomodaticio final feliz.En esta historia de mujeres, hecha por mujeres, donde los hombres son poco más que imprescindibles personajes secundarios que les amargan la vida, como es lógico destaca un amplio reparto fememino. Por un lado se sitúan las jóvenes Samantha Mathis y Winona Ryder y por otro las veteranas Jean Simmons, Anne Bancroft y Ellen Burstyn, pero todas constituyen un amplio y sólido conjunto bajo la eficaz dirección de Jocelyn Moorhouse.