Una exposición revisa la arquitectura y el arte en el Madrid de los cincuenta
En la España de la posguerra, la política fascista propugnaba el retorno a formas historicistas, pero un pequeño sector de arquitectos y artistas que vivían en Madrid, en algunos casos afines al régimen, consiguieron retomar el pulso del siglo XX. La exposición La arquitectura y el arte de los años cincuenta en Madrid, que ayer se inauguró en Barcelona en el Centro Cultural de la Fundación La Caixa, recoge y contrapone algunos de los trabajos más significativos de Francisco de Asís Cabrero, Miguel Fisac, Alejandro de la Sota, Francisco Sáenz de Oiza, Millares, Oteiza, Saura, Feito y Ángel Ferrant.
"En los años cincuenta, la arquitectura española se pone al día de la arquitectura mundial", explica Gabriel Ruiz Cabrero, comisario de la exposición con Patricia Molins. Los intentos realizados antes de la guerra era minoritarios y prácticamente fue en aquella década cuando el país pudo homologar sus realizaciones con el exterior. A juicio de Ruiz Cabrero, esta muestra es importante porque supone una revisión y valoración de este periodo -Infravalorado hasta hace muy poco- y ayuda a entender la importancia actual de la arquitectura española en el mundo. Organizada con motivo de la celebración en Barcelona del XIX Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos, la exposición abarca el periodo comprendido entre 1948 y 1961 y se centra en aquellos arquitectos y artistas, minoritarios en el conjunto global de la época, que mantenían posiciones innovadoras y modernas. Madrid, como capital, fue en aquel momento el principal laboratorio de experimentación, y buena parte de las obras expuestas fueron realizadas, paradójicamente, por encargo de organismos públicos o religiosos. "Ahora vemos el régimen como algo homogéneo, pero no lo era", afirma Ruiz Cabrero. "Muchos de estos arquitectos pertenecían a la familia de los católicos, no compartían la estética oficial y tenían una exigencia moral muy grande, similar a la que después reivindicaron los rojos de los sesenta".
Integración de las artes
A partir de pinturas, esculturas, muebles, dibujos, maquetas y planos originales -algunos salvados directamente por los comisarios de los cajones polvorientos en los que los tenían abandonados sus autores-, la exposición abarca desde el intento de integración de todas las artes en proyectos como la basílica de Nuestra Señora de Aránzazu (1950-1952), en la que colaboraron estrechamente Sáenz de Oiza y Oteiza, al edificio de Torres Blancas (1960-1967) -también de Oiza-, principal ejemplo del denominado "organicismo madrileño", pasando por los pueblos diseñados por Fernández del Amo -Belvis del Jarama y La Vereda, en Córdoba-, en los que salvaba la carencia de medios combinando la arquitectura y técnicas populares con el racionalismo. La muestra destaca la colaboración entre arquitectos y la protección que estos daban al trabajo de los artistas más innovadores. Sólo se presenta en Barcelona y estará abierta al público hasta el 28 de julio.
Babelia
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