A igual trabajo, igual salario
60O jornaleras andaluzas rompen 'la norma' y, a partir de este mes, cobran igual que los hombres
La lucha por la igualdad de derechos continúa ganando batallas en todos los terrenos. El sector de la agricultura sigue siendo, seguramente, uno de los más recalcitrantes. Por eso, cada avance es celebrado con más entusiasmo. Eso es lo que acaba de suceder en Andalucía. A partir de este mes, 600 mujeres que trabajan para una veintena de empresas dedicadas a la manipulación y comercialización de frutas verán equiparados sus sueldos al de los hombres. Lo de menos era la diferencia, que apenas llegaba a mil pesetas mensuales. De hecho, la nómina de una mujer era, por convenio, de 63.999 pesetas, mientras que la del peón, con las mismas funciones, era de 64.223.A partir de este mes, y con las correspondientes subidas salariales pactadas en convenio, el salario de los faeneros y las faeneras será de 70.360 pesetas.
Para la responsable de la Secretaría de la Mujer de CC 00 Sevilla, Teresa García, el logro demuestra que "no estamos locas", comenta, a la hora de exigir la igualdad.
Encarna Rodríguez, de 26 años, trabaja desde los 16 en el campo y es una de las pocas mujeres que hoy ya no se siente discriminada. Ha hecho de todo, desde coger naranjas hasta clarear el melocotón. "El trabajo en el campo es muy duro". Ahora, después de seis años clasificando melocotones y llenando cajas, ha logrado el ascenso. Ya no es faenera y hoy supervisa el trabajo de 120 mujeres, a las que llama "niñas".
De su matrimonio con un pintor de brocha gorda tiene una hija a la que atiende su marido cuando ella se va a trabajar después de comer. Entra a las tres de la tarde y, cuando sale, a las 10 de la noche, se encuentra que su marido "le ha puesto el pijama a la niña". No se siente discriminada: "Cobro igual que un hombre porque trabajo igual que él".
Pero. el caso de Encarna, junto a las 600 compañeras que ya desde este mes cobrarán igual que los hombres, sigue siendo la excepción en el campo andaluz. Nieves Varela lleva 18 años trabajando, los mismos que- lleva pensando que trabaja más que un hombre, pero cobrando menos al final de cada mes. Pasa ocho horas sentada frente a un mostrador, rellenando botes de aceitunas. Su contrato la clasifica como "faenera" y, por ser mujer, cobra 700 pesetas menos al día que sus compañeros. Nieves no se acostumbra y sigue preguntándose: "¿Por qué trabajamos más que un hombre pero cobramos menos? Lo llevo fatal".
Las compañeras piensan igual y la conclusión a la que llegan es que los hombres "no se meten para nada en protestas y huelgas". Considera Nieves que la clave es el menor grado reivindicativo que tiene el hombre al defender su puesto de trabajo y sus condiciones laborales.
Sin embargo, allí sigue. Cada mañana, el despertador de Nieves comienza a sonar poco antes de las seis de la mañana. Su trabajo en la empresa Sportoliva se inicia a las siete de la mañana, pero hay que dejar las cosas de la casa ultimadas. Aunque su hija de 17 años le echa una mano, el peso de la casa y de sus cuatro hijos es exclusivo de esta mujer cuando sale de la fábrica a las tres de la tarde. Allí continuará "hasta que me echen"., dice, "porque necesito el dinero".
Encarna y Nieves son la cara y la cruz de una situación mil veces denunciada por las centrales sindicales UGT y CC 00. Sólo en Sevilla, 4.000 mujeres pertenecientes al sector del aceite y el olivo son discriminadas "por el hecho de ser mujeres". Denuncia que ha llegado al Instituto Andaluz de la Mujer, organismo que estudia la documentación aportada por las centrales.
Pero no es el campo el único foco de discriminación se xual de la mujer andaluza. Sectores como el de servicios, limpieza o textil mantienen - sus grados de discriminación. La mujer se ha convertido en la más afectada por la reforma laboral. Según Loren Cabral, de la Secretaría de la Mujer de Comisiones Obreras de Anda lucía, una de las prioridades sindicales es "convencer" a los empresarios de la necesidad de modificar los convenios discriminatorios. La "mayor dificultad suele ser el coste salarial que le acarrea al empresariado la igualdad de derechos", añade.
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