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Entrevista:MARÍA DE ALVA - PRESIDENTA DE LA FID

"El problema básico de la diabetes es la educación"

A María de Alva le diagnosticaron la diabetes cuando tenía seis años y tuvo que aprender a convivir con la enfermedad. Ahora tiene 50 años, empezó hace 17 una labor de concienciación en su país, México, acerca de la diabetes y este año ha sido elegida presidenta -a partir de 1997 de la Federación Internacional de Diabetes (FID), una ONG que agrupa a 135 asociaciones de 111 países. "Hay más de cien millones de diabéticos en el mundo y para el año 2010 serán 200 millones, ¡casi una epidemia!", dice. "Si yo pudiera, con una varita mágica, resolver una sola cosa para mejorar la situación de los diabéticos elegiría la educación; es el problema básico", afirmaba hace poco en Copenhague, donde participó en el simposio Fronteras en diabetología clínica y experimental.

Pregunta. ¿Qué es prioritario para el diabético?

Respuesta. No sólo es importante lo bueno que sea el tratamiento o lo competente que sea el doctor... Si el diabético, no entiende o no sabe o no pone las prioridades en el orden adecuado, no habrá éxito en el tratamiento. En la atención de la diabetes tienen que aprender a trabajar en equipo doctores, enfermeras, educadores y pacientes.

Si un diabético no está siguiendo un tratamiento también hay que preguntarse la educación que ha recibido, si tiene la información adecuada para plantearse las prioridades en el lugar correcto.

P. Usted ha hablado de la discriminación que sufre el diabético.

R. Hay una tremenda discriminación social porque no se entiende lo que es la diabetes. Por ejemplo, cuando vas a buscar trabajo, el empleador piensa que, como eres diabético, vas a faltar a menudo. Y tú sabes que no has faltado jamás a una clase en la Universidad ni un día a tu anterior empleo.

Peor aún es la discriminación que sufren las personas con diabetes por parte de los proveedores de salud, no digo de todos los doctores y enfermeras, pero muchas veces escuchas comentarios del tipo de que los diabéticos son retrasados mentales que no entienden nada, que no hacen caso, que son unos chapuceros y que no siguen las instrucciones... sin plantearse si esas instrucciones se adaptan a la forma de vida de la persona.

A veces llegas al consultorio y tus azúcares no están bien y automáticamente el doctor presupone que estás comiendo algo indebido; tú argumentas que no y él no te cree, y resulta que, a lo mejor, el tratamiento es inadecuado y la culpa la tiene el médico.

P. ¿No hay diabéticos que no siguen el tratamiento?

R. Es verdad que siempre hay pacientes que, con toda la información, siguen empeñados tercamente en no hacer caso, pero es su derecho porque cada uno tiene que decidir cómo quiere vivir. Yo me pincho en el dedo cinco veces al día [para medir el azúcar] y me inyecto insulina otras cinco, eso me toma 10 minutos. El día tiene 1.440 minutos y estoy dispuesta a sacrificar 10 para tener 1.430 de bienestar. Y los 10 pinchazos no son de dolor intenso, de verdad que hay cosas mucho más molestas a lo largo del día.

P. La educación, el sistema de salud, cuesta dinero. ¿Pueden permitírselo igual todos los países?

R. Si crees que la educación es cara, calcula el costo de la ignorancia. En México, las instituciones de salud tienen menos recursos que en Dinamarca. Pero también es cierto que en mi país se gasta mucho dinero en diabetes que se podía ahorrar. Por ejemplo, las amputaciones se podrían evitar en un 70% y no sólo supondría el ahorro de la operación, sino también de la invalidez de por vida que conlleva. Lo mismo sucede con la ceguera o con el daño renal permanente, es decir, con todas las complicaciones de la diabetes. El problema es que se ahorra hoy y se gasta dentro de 10 años.

¿Cuántas consultas médicas se ahorrarían si el diabético estuviera preparado para reaccionar muchas veces que se siente mal? Iría al doctor dos veces al año, pero no constantemente. Habría más recursos si se gastara mejor el dinero.

Derechos pisoteados

En su lucha por mejorar la condición de los diabéticos, María de Alva no se olvida de lo que ella denomina la otra cara de la misma moneda: "La medicina es una especialidad que avanza constantemente, y el proveedor de salud tiene que mantenerse al día. También los profesionales de la salud tienen sus derechos pisoteados muchas veces, con salarios bajos, sin tiempo para estudiar, obligados a pasar consultas de 15 minutos...".No hay que olvidar las familias, porque por cada diabético hay cuatro afectados en su entorno.

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