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Los últimos 16 'hombres libres' se entregan al FBI tras 81 días de resistencia

Antonio Caño

Los miembros del grupo Freemen (Hombres Libres) que en la noche del jueves se entregaron a la policía después de 81 días de encierro en un rancho de Montana (EE UU) serán procesados por delitos que abarcan desde la conspiración para el fraude hasta el de amenazas contra agentes federales. Sólo dos de las 16 personas que se rindieron pacíficamente fueron puestas inmediatamente en libertad; las demás fueron trasladadas a una cárcel de Montana, donde ayer aguardaban su primera comparecencia ante el juez.

Portavoces del FBI aseguraron que la única concesión que han hecho a Freemen, un grupo de extremistas antigubernamentales que rechaza la legitimidad del Estado, es la de tomar en consideración la delicada salud de dos de sus miembros de más edad a la hora de decidir sobre las fianzas. Además, se les ha permitido conservar algunos documentos que ellos quieren presentar como prueba de que no han cometido los delitos que se les imputan.Siete de los procesados están acusados de haber participado en un fraude bancario de 1,8 millones de dólares (234 millones de pesetas) cometido por medio de cheques sin fondos. Los otros siete tendrán que hacer frente a cargos menores, como los de resistirse al arresto o poner en peligro la vida de oficiales de policía.

Los freemen no sólo no aceptan la autoridad del Gobierno y de sus instituciones, como la policía y los jueces, sino que tampoco respetan la reglas del sistema económico. En su concepción, el pago con un cheque sin fondos no es un delito, sino una forma de burlar el opresivo modelo de esta sociedad. A su forma, son unos anarquistas de extrema derecha que sólo creen en la autoridad de Dios, que proclaman la superioridad de la raza blanca y que se sienten en la obligación y con el derecho de defender con las armas sus ideas y sus familias.

La rendición de los freemen fue anunciada por el propio presidente Bill Clinton durante una cena con la presidenta de Irlanda, Mary Robinson. Clinton elogió el comportamiento del FBI, que, a diferencia de lo que había ocurrido durante la matanza de Waco (Tejas) en 1993, supo ahora esperar hasta agotar la paciencia de los encerrados en un rancho cercano a la ciudad de Jordan. Allí, los freemen habían montado su pequeño, Estado particular, que llamaban Justus Township.

Durante todos los días de en cierro, el FBI mantuvo comunicaciones con los rebeldes y permitió el acceso de alimentos y medicinas al rancho. El único castigo contra ellos fue el de cortarles la electricidad y el de darles muy poco combustible para sus generadores de energía.

"Creo que la estrategia de paciencia y resolución ha funcionado al fin y al cabo", comentó ayer el director del FBI, Louis Freeli que se jugaba en esta operación el prestigio de su agencia, muy deteriorado después del fiasco de Waco, donde murieron más de 80 personas. Freeh confirmó, no obstante, que la policía nunca llegó a descartar un asalto por la fuerza del complejo ocupado si la negociación con los freemen hubiera fracasado.

"Desde el primer día de este caso en Montana, el Departamento de Justicia y el FBI han trabajado juntos con la determinación de conseguir lo que finalmente se ha conseguido: la detención de los freemen sin pérdida de vídas, sin heridos y sin comprometer nuestra misión de pleno respeto a las leyes federales", declaró la fiscal general, Janet Reno.El encierro comenzó el pasado 25 de marzo, después de la detención de los dos principales dirigentes de los freemen, LeRoy Schweitzer y Daniel Peterson, que se encuentran actualmente en una cárcel de Montana. Desde su celda, Schweitzer dio su aprobación personal al acuerdo que facilitó la rendición. El permiso para que los freemen se quedasen con sus documentos fue, al parecer, determinante para conseguir un final feliz.

Horas antes de entregarse los freemen arriaron la bandera norteamericana, que tenían colocada al revés como muestra de desobediencia al Estado, e izaron una bandera confederada.

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