Miles de personas celebran los 20 años de EL PAÍS
Un espectáculo de teatro y música, hizo un repaso a la historia de las últimas dos décadas
El público respondió con grandes expectativas a la convocatoria del concierto La noche de EL PAÍS, celebrado anoche en la plaza de Las Ventas de Madrid para conmemorar el vigésimo aniversario de la creación del periódico, y que sirvió para hacer un repaso a las imágenes, los titulares y los temas que han marcado la historia de estas últimas dos décadas. Un escenario, con dos grandes paneles que simulaban las páginas del diario dio cabida a un espectáculo musical, sazonado de entremeses teatrales. Los 20 artistas invitados interpretaron canciones emblemáticas de estos años, compuestas por otros músicos, que dieron lugar a versiones inusitadas y, a veces, verdaderos hallazgos. Una noche en la que la mirada atrás significó una revisión de las cosas perdurables.
Joan Manuel Serrat abrió la fiesta con Ara que tinc vint anys, un tema que no sólo pretendía centrar el motivo de la celebración y empezar a contar la historia desde el principio, sino demostrar que, aunque pasen veinte, treinta o quizás muchos años más, hay temas que no envejecen. La idea era ésa, y las canciones seleccionadas pasaron la prueba de fuego del tiempo y hasta el riesgo de ser sometidas a examen en la voz y modos de otros cantantes, ajenos, y a veces mucho, a su autor original. Ketama llegó a continuación con Abre la puerta, de Triana, mientras se desgranaban titulares sobre los primeros pasos de la democracia española. La mujer fue otro de los temas elegidos para esta mirada a los cambios de estos años y fue Loquillo el que asumió con su habitual desparpajo el breve apunte sobre la cara femenina de estos cambios cantando ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?Carmen Linares, como mujer, asentó el pie y la voz con Volando vengo y un grupo de actrices, liderado por Charo López y Rosa María Sardá, recordó también su diversidad leyendo fragmentos en las lenguas autonómicas. Otro de los que contribuyeron al espectáculo con un breve pasaje leído fue el filósofo Fernando Savater, que leyó los primeros y últimos párrafos de Cien años de soledad
El concepto del director José Carlos Plaza para este montaje pretendía componer un cuadro de movimiento, sonido e imágenes. El propio diseño del escenario, con un largo pasillo que acercaba a los cantantes al público, una orquesta al fondo, bajo dos altos paneles con pantallas de vídeo emitiendo fragmentos de documentos y dos alargadas esculturas, a lo Giacometti, recordaban en todo momento que esto no era un concierto al uso. Cada dos o tres canciones había breves intervenciones de un grupo teatral que hacía alusiones diversas a la profesión periodística o a los temas tratados, como los deportes o los propios lectores.
Y fueron los lectores, en este caso el público, el que también quiso dejar claro que la libertad de expresión no sólo se da a un lado de la prensa. Los espectadores respondieron desde el primer momento, de forma casi unánime, tanto a las imágenes como a las canciones, y no dejaron de hacerlo tampoco cuando reclamaron en algunos momentos que se mejorara, el sonido, sobre todo en las partes teatrales. Los micrófonos móviles de los actores no lograron superar el ruido de fondo de la multitud y eso quizá deslució un poco su participación.
Pero también quedó claro que allí todo el mundo tenía ganas de fiesta y no desperdiciaron oportunidad de animar a sus intérpretes preferidos, sobre todo cuando lograban ofrecer alguna versión perfectamente personalizada de la canción que les había tocado.
Aplausos y olés
Ése fue el caso de Enrique Morente, con Pongamos que hablo de Madrid, aplaudido con olés y gritos de ¡Torero, torero!, pero también de Joaquín Sabina (Cruz de navajas), Andrés Calamaro (Escuela del calor), Mercedes Ferrer (Cómo hemos cambiado), Miguel Ríos (Cruzar los brazos) o Ana Belén (Mediterráneo), que interpretó junto a Joan Manuel Serrat, el único que tuvo el privilegio de cantar dos canciones propias. Sólo se lamentó la ausencia de Manolo Tena, que a última hora no pudo actuar, y fue sustituido por Antonio García de Diego, que interpretó El blues del autobús, de Miguel Ríos.Al final subieron todos los artistas al escenario para despedirse juntos en un emotivo gesto que ponía punto final a las celebraciones del vigésimo aniversario de EL PAÍS. Aunque no fue el auténtico final, porque después tanto ellos como los invitados celebraron con una copa los deseos de un futuro prometedor.
Babelia
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