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La salvación en armas

Los movimientos milenaristas y de salvación tienen una imagen de violencia. "Creo que es fruto de una literatura de alta calidad, como Euclídes da Cunha o Vargas Llosa", dice Óscar Calavia, de la Universidad de Santa Catarina (Brasil), "pero lo cierto es que muchos de esos movimientos, en el Nordeste o la Amazonia de Brasil, han conseguido pacíficamente tierras y ahí van viviendo".Pero resulta inevitable preguntarse si Sendero Luminoso o el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) son en cierto sentido religiosos. "Todo terrorismo, como el de ETA, tiene una base religiosa, por su absolutismo", dice Manuel M. Marzal, catedrático de la Universidad Católica de Lima. "Pero Sendero era mucho más maoísta que étnico. Nunca apoyó las lenguas indígenas".

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"El EZLN no se formó con catequistas: en tal caso, la revolución hubiera sido mucho mayor", dice Jacinto Arias, secretario para la Atención de los Pueblos Indígenas del Estado de Chiapas (México). "Pero es indudable que, amén de las reivindicaciones políticas, hay en el movimiento un, impulso de salvación". Para Arias, el zapatismo arraigó más en la selva de Chiapas que en la montaña porque, mientras que en los montes la población, absolutamente indígena, resistió la catequización tras la llegada del obispo Samuel Ruiz, en la selva hubo muchos inmigrantes politizados, incluso catequistas, y una base social disconforme".

Brasil

"En Brasil la más reciente guerra religiosa es una guerra de televisiones", dice Calavia. "La Rede Globo contra la Record, de la Igreja Universal do Reino de Deus (IURD) [secta poderosa en Portugal, y presente en España]. Es un país donde nadie parece pertenecer toda la vida a la fe en que nació. Un país donde de pronto surge una religión llamada Barquinha, que mezcla ingerir ayahuasca con los ritos umbanda, de raíz africana [emparentados con el vudú haitiano]. Unas religiones necesitan a las otras para así presentar salvíficamente su propio mensaje: la IURD, por ejemplo, se decía antihechicera, para combatir la tradicional umbanda"."Pero sí hay mitos de la izquierda campesina", reconoce Calavia, "como Canudos [república del Nordeste liderada por un visionario, o santo Sebastiao, cuya destrucción en 1897 fue narrada por Da Cunha y Vargas Llosa]: el Movimento dos Sem Terra se inspira en ese mito, pero es muy organizado, con campesinos, pero también abogados y estrategas. Y luego, en Brasil, te encuentras de golpe con que unos beatos andan por toda la Amazonia buscando una tierra para instalar su utopía: la última vez que se les vio fue entre los indios caiapó, y hace cinco años. Pero a saber".

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