Clinton, citado de nuevo a declarar en relación con un escándalo financiero
El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, fue ayer citado a declarar por segunda vez como testigo en un juicio, no directamente relacionado con el caso Whitewater, pero sí con delitos financieros ocurridos en Arkansas durante sus años como gobernador. Este nuevo percance judicial sirve para mantener vigentes las dudas sobre el comportamiento ético de Clinton en un momento crucial de la batalla por la Casa Blanca.
La citación del presidente se produce una semana después de que sus amigos en el proyecto Whitewater fueran declarados culpables de varios delitos monetarios, y unos días antes de que una comisión investigadora del Senado presente sus primeras conclusiones sobre ese famoso caso. Bill Clinton se encuentra, pues, atrapado de nuevo en el escándalo que le persigue desde hace cuatro años.Clinton tendrá que declarar ahora en el juicio contra dos banqueros de Arkansas a los que se acusa de haber desviado ilegalmente fondos de su banco para hacer contribuciones a campañas políticas. Uno de los beneficiarios fue Clinton cuando se presentó a la reelección como gobernador en 1990. Bruce Lindsay, uno de los asesores presidenciales, ha reconocido haber recibido ese dinero, pero eso no es en sí mismo un delito.
El abogado del presidente, David Kendall, trató de convencer a la jueza de que el testimonio de Clinton no era decisivo en este caso, mientras el presidente se negaba a hacer uso de los privilegios del cargo que podrían haberle librado de la comparecencia.
La jueza Susan Wright dejó claro que, como en su declaración anterior, el presidente no ha sido citado como sospechoso de algo ilegal, sino como simple testigo. Clinton podrá otra vez comparecer en la audiencia mediante un vídeo.
El último testimonio prestado por el presidente, en el juicio contra James y Susan McDougal, también en Arkansas, no sirvió para librar a los que fueron sus socios en Whitewater del veredicto de culpabilidad. La decisión de ese jurado, si bien no implicaba en ninguna medida a Clinton, sirvió para resucitar en los medios de comunicación un escándalo que la Casa Blanca creía controlado.
Esta nueva comparecencia incrementará el ambiente de sospecha. La sola idea de un presidente prestando declaración en un caso criminal es políticamente muy perjudicial. Los abogados de Clinton, que están ya peleando para evitar el acceso de las cadenas de televisión a su anterior testimonio, tendrán ahora que dedicar trabajo extra para impedir que la imagen del presidente en el banquillo de los testigos sea reproducida ante millones de norteamericanos.
El candidato republicano a la presidencia, Bob Dole, que había prometido no utilizar el caso Whitewater en su campaña electoral, aludió el pasado fin de semana a la falta de credibilidad de su rival. "Quiero ser presidente porque quiero devolver la integridad a nuestro Gobierno; una misión que esta semana es más importante aún que la anterior", dijo Dole días después del veredicto contra el matrimonio McDougal.
Otros republicanos han encontrado en el nuevo desarrollo de Whitewater la oportunidad de dañar seriamente al presidente, particularmente el senador Alfonse D'Amato, presidente de la comisión de la Cámara alta que investiga ese escándalo. D'Amato recibió ayer la autorización del investigador especial del caso, Kenneth Starr, para interrogar a un testigo clave en contra de Clinton. Con ese testimonio, el senador republicano puede tener material suficiente para presentar algunos resultados antes de final de mes.
El juicio contra los banqueros Herby Branscum y Robert Hill, que ha sido solicitado por el propio Starr, debe comenzar en Little Rock el próximo día 17.
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