Radiación natural
Un anciano de Jaraiz dio su particular visión: "Aquí es que tenemos una montaña de uranio y eso atrae más la radiactividad". No es exactamente así, pero algo hay de cierto. Todas las personas viven con radiactividad en su entorno, haya centrales o no. La altitud y la incidencia de los rayos cósmicos y, especialmente, la presencia en el terreno de determinados minerales, sobre todo uranio, determinan las oscilaciones de lo que se llama radiación natural -electromagnética, rayos gamma-. A eso hay que unir el gas radón (presente por ejemplo en el granito) y la radiación interna (el potasio 40 de los huesos y otras series de radioisótopos naturales). Y lo cierto es que la comarca extremeña de La Vera tiene una radiación natural bastante elevada.Según las mediciones del Consejo de Seguridad Nuclear en la zona (2.000 tomas cada año, 10.000 análisis), los habitantes del entorno de Almaraz reciben 1.250 microsievert de radiación natural cada año. A esa cantidad, según las mediciones del CSN desde 1982, la central aporta cuatro microsievert (cálculo hecho sobre las radiaciones beta y gamma); o sea, un 0,3% más; o sea, según José Angel Azuara, consejero del CSN, una cantidad "despreciable frente a la radiación de fondo y sus oscilaciones". Una radiografía de tórax supone una dosis de 20 microsievert y un vuelo de tres horas, una dosis de 2.
Además, existen otras teorías de por qué pasa lo que pasa. Los, vecinos de los pueblos más cercanos a la central, y los que más la defienden, están convencidos de que si algo raro hay en Jarandilla, Jaraiz y Talayuela la causa hay que buscarla en que han abusado mucho de los plaguicidas en sus plantaciones de tabaco. No falta quien subraya que muchas taras de los pueblos tienen su origen en los elevados niveles de consanguinidad, en eso tan habitual en muchos valles de España de que primos se casan con primos.
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