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¿Naturalezas?

Aunque se insista contumazmente en que lo nuestro es escapar de lo natural y que la cultura sería antítesis de lo espontáneo lo cierto es que no estaríamos aquí, tan soberbiamente civilizados, si no hubiéramos imitado, mucho y en lo más crucial, a la naturaleza. Como ella inventamos una increíble multiplicidad en las formas de ser y de hacer. La creativa ingerencia en algunas especies de animales y plantas creó lentamente miles de nuevos seres vivos que nos sirvieron para ganar seguridad alimentaria y con ella tiempo para la indagación. Probablemente sin sacar las debidas consecuencias hasta ahora, que la estamos perdiendo, creamos una multiplicidad de fuentes de recursos, de nuevos sistemas y de formas de relacionamos y de interpretar esas relaciones entre nosotros y con nuestros derredores. En ese aspecto muchas de las culturas han sido, y son, en buena medida ecológicas. Con la excepción de las que, como la nuestra ahora, simplifican, reducen, homogeneizan y excluyen a sus raíces, a sus homónimas y a la multiplicidad de lo viviente. Conviene recordar que esta última resulta en sí misma otra cultura, pero la de lo no culto del planeta. La diversidad biológica es cósmica acumulación de datos para la supervivencia, incuantificable suma de formas y conductas, es decir, soluciones diferentes que garantizan un número casi infinito de posibilidades de continuidad de los cielos, procesos y especies. La vida misma. Antojadiza dama, por cierto, que se complace en la profusión de sí misma con galácticas variaciones sobre el mismo tema. Y que, con muy pocos elementos y siempre los mismos, se refunda continuamente bajo infinitos aspectos y estrategias.Pensemos en que hoy viven con nosotros un tan desconocido como descomunal número de otras especies. Nadie lo sabe, tal vez nunca llegaremos a saberlo, entre otros motivos porque muchas se extinguen dos veces: una, al desaparecer y, dos, al hacerlo sin que podamos jamás recordarlas, ya que no llegamos a conocerlas. Este planeta alberga de 20 a 100 -millones de animales y plantas diferentes. Dentro de lo que llamamos España estimamos que viven de 80.000 a 100.000 especies. Allá y aquí aproximadamente el 25% de esta inmensa riqueza está en peligro, todos los días, y desde hace varios decenios, de una hasta tal vez 140 especies se despiden siempre expulsadas por evitables actividades humanas. Incluso en los países más responsables, como los europeos, se producen decenas de extinciones anualmente. Ritmo a comparar con la media de una extinción al año que ha sido la norma desde que existe vida en el planeta. Una colosal apuesta por irnos quedando solos ha puesto en marcha la extinción más copiosa y acelerada desde el primer instante de la vida, hace 3.500 millones de años. En consecuencia una de las más arduas y complejas tareas del presente es detener el derrumbe de la multiplicidad vital. De momento hemos comenzado por el tejado. Un puñado de emblemas vivos del acabamiento como tigres, osos, ballenas, linces o águilas han merecido todas las consideraciones y hasta cientos de millones de dólares en programas de rescate. Mientras tanto, miles de modestos seres siguen saliendo para siempre de las mansiones de la vida por la puerta falsa de nuestra ignorancia. En cualquier caso era necesario ese primer paso. Y los siguientes. De proteger al gran animal vertebrado pasamos, hace muy poco, a hacer algo por los hábitats, luego por los ecosistemas, un poco más ayer mismo la cordura identificó a las tramas naturales como inseparables de sus inquilinos incluso sabemos ya que son los usos del territorio los que salvarán o condenarán más a la multiplicidad vital. Queda aún por llegar lo realmente crucial. Saber que es sobre todo la uniformización de la cultura humana, que seamos todos más parecidos -eso que óptimamente Vicente Verdú aborda en su Planeta americano- lo que está haciendo desangrarse a la multiplicidad biológica. Necesitamos entender que para conservar la vida del planeta nada mejor que aplicamos con un mínimo rigor la magnífica sugerencia de Octavio Paz cuando afirma que "la cultura es las culturas". Porque sólo la multiplicidad de las aspiraciones humanas podrá salvar a la de la naturaleza.

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