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Rabat pide a España que alivie el peso de su deuda

Hassan II hizo gala de toda la cordialidad y hospitalidad que saben ofrecer los árabes con el presidente del Gobierno español, José María Aznar, que ayer inició su primera visita a Marruecos. El derroche de amabilidad, por parte de todos los anfitriones, no obsta para que los marroquíes reiteraran su revindicación más inmediata, la reducción de la deuda contraída con España. Resueltos el conflicto pesquero y el acuerdo de asociación con la Unión Europea, la deuda es el único problema bilateral que puede generar a corto plazo alguna tensión.

El rey salió a la puerta de palacio para recibir a Aznar que llegó a mediodía. Le presentó a sus dos hijos, Sidi Mohamed y Mulay Rachid, y a su Gobierno, y a continuación se reunió a solas con su huésped, aunque acompañado por una intérprete. Su ayuda no fue siempre necesaria porque durante una parte de la conversación, que duró una hora, Aznar se animó a hablar en francés.El soberano tenía reservada una sorpresa para halagar a su invitado. Le impuso el Gran Cordón de Ouissan Alaui, una condecoración marroquí que el antecesor de Aznar, Felipe González, tardó años en obtener. Después pasaron al comedor dónde les sirvieron un almuerzo de seis platos típicos. Hassan sentó en su mesa a Aznar, al ministro de Exteriores, Abel Matutes, a los dos hijos del Monarca y al jefe de su Gobierno, Abdelatif Filali.

A solas y en la mesa hablaron, según la versión del portavoz de Aznar, de la visita que hará a España en noviembre el príncipe heredero, de la creación de un grupo de amistad parlamentaria hispano-marroquí y del apoyo español para que Marruecos acoja la próxima reunión de la Conferencia Euromediterránea. Ningún tema conflictivo, como el Sáhara o Ceuta y Melilla, salió a relucir y es probable que no surjan durante toda la visita.

El único asunto sobre el que hay discrepancias es la deuda. André Azulay, consejero real y hombre fuerte de palacio, pidió ya ayer a los empresarios de la delegación española que acompañan en el viaje, que presionen al Gobierno para que aligere el pesó de la deuda marroquí. Filali reiteró la reivindicación a Aznar en su entrevista de la tarde.

Para Marruecos se trata de un asunto fundamental. Su deuda externa se eleva a 2,71 billones de pesetas, que equivalen al 68% de su Producto Interior Bruto, y su pago absorbe el 40% del presupuesto del Estado. Rabat quisiera que España se adentrara por la misma senda generosa que Francia, el otro gran socio económico del reino alauí. La deuda marroquí con España se eleva a 242.400 millones de pesetas, que equivale al 40% de la que tiene contraída con Francia.

Durante la última cumbre hispano-marroquí, en febrero en Rabat, González se mostró dispuesto a perdonar una pequeña parte de la deuda a cambio de que Marruecos consagre ese dinero a desarrollar las 75.000 hectáreas del Rif dedicadas al cultivo del cannabis. Se creó entonces un grupo de trabajo para negociar la reestructuración de la deuda, pero sólo se ha reunido una vez, el 16 de mayo en Madrid, y se dedicó a cotejar cifras y conceptos.

El nuevo Gobierno sólo parece tener una idea clara sobre la deuda. Sólo negociará sobre los créditos blandos -préstamos a largo plazo y muy bajo interés concedidos con cargo al Fondo de Ayuda al Desarrollo, que se elevan a 160.000 millones. El resto, la deuda comercial, no es negociable.. La idea de cambiar deuda por desarrollo del Rif no gusta mucho en el ministerio de Economía y Hacienda.

En el entorno del vicepresidente Rodrigo Rato se barajan otras fórmulas. A cambio de renunciar a cobrar algunos créditos blandos se podría, por ejemplo, obtener garantías de los marroquíes de que se adjudicarán más proyectos de desarrollo, especialmente en materia de infrastructuras, a constructoras españolas.

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